No esperaba una respuesta

Cuando hace pocos días, el 6, para ser más precisos, me uní a la campaña que organizaba Avaaz para ayudar a las víctimas de la guerra civil en Sri Lanka, enviando un mail a la secretaria de estado de los Estados Unidos de Norteamérica, Hillary Clinton, nunca imaginé que sería cortesmente atendido.

En anteriores campañas con Jorge Caminador Arbusto (George Walker Bush), los mails llegaban (si lo hacían) al departamento de estado y ahí terminaba la cosa. Por lo menos eso espero, no quisiera aparecer en la lista de los más buscados por el FBI o la CIA por el simple hecho de protestar o peticionar.

Seguramente a todos y cada una de los 111.216 personas que nos sumamos a esta campaña les habrá llegado la misma respuesta.

No sé si la política exterior yanqui va a cambiar, y si lo hace si es mucho o poco, pero es todo un gesto que se ocupe de responder a quienes desde diferentes partes del mundo preguntan o cuestionan.

Esto es lo que me llegó a mi cuenta de correo:
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La estatua de la libertad argentina

Muchos arquitectos deben sentirse incomprendidos y hasta ignorados cuando sus edificios, realizados con detalles exquisitos, o extraños son olímpicamente ignorados.

Que gusten o no gusten es una cosa, pero que los ignoren…

Buenos Aires, que está construida arquitectónicamente de lo más ecléctica, tiene por todos lados «joyitas», que por culpa de nuestra actividad febril nunca -o casi- llegamos a descubrir.

Cuando se filmó la película Higlander II en Buenos Aires, tengo entendido que su director, Russell Mulcahy al pasar por la esquina de Belgrano Y Perú, quedó maravillado con unas estatuas que sostenían unos balcones e incluyó en la escenografía unas estatuas de ése tipo.

Un amigo mío, arquitecto, me dijo -si la memoria no me falla- que ese tipo de estatuas reciben el nombre de «fatigados».

Ahora bien, quién podría imaginarse que para ver la Estatua de la Libertad, los porteños no necesitábamos desplazarnos 8.454 km hacia el norte hasta llegar a New York…

Ésta es nuestra Estatua de la Libertad:

Esta estatua no está sola.
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WANTED – BUSCADO

Todos habrán visto en las películas de cawboys (coboys/convoys decían algunos) en donde se veían pequeños carteles con unas caras dibujadas que en su parte superior decían: WANTED.

Había muchos y peligrosos criminales en el viejo y lejano Oeste…

Pero, los yanquis son tan tradicionalistas, que siguen con la manía de andar buscando criminales por ahí, pidiéndole a la gente que colabore, que han puesto un sitio en internet en donde aparecen estos criminales.

Hay otro sitio en el que se puede poner el nombre de una persona y averiguar si tiene antecedentes criminales. Puede ser buscado por delitos de: Comportamiento, Negocios, Drogas y Alcohol, Asuntos Sexuales, Hurto o Robo, Violencia, Ofensas de Tráfico y de Otro Tipo.

Simplemente por curiosidad, puse mi nombre para ver qué pasaba y me llevé una pequeña sorpresa.

Con mi mismo nombre y apellido son 17 los buscados de un total de 34 que tienen un segundo nombre o segundo apellido o que utilizan mi nombre como alias, como por ejemplo, un tal Gustavo Salvador Hurtado utiliza mi nombre y apellido como alias.

Hasta hay un José Luis Perales (¿será el cantante?) que utiliza mi nombre y apellido, con el agregado de Adolfo (Gustavo Adolfo Rivas) para evadir a la justicia norteamericana.

Me está dando un poquito de miedo hacer un viaje a Estados Unidos. ¿Y si termino en Guantánamo?

Fíjense si no debo estar preocupado.

El muerto y el degollado

Leyendo el diario Clarín de hoy, me encuentro con la carta de un lector que se asombra de las condiciones de vida en la Argentina.

Juan Gómez Povina vive en Miami, Estados Unidos de Norteamérica.

Opina desde lejos y mal

Así se vio la carta en el diario:

y aquí la carta online.

Quisiera responderle haciendo una referencia al título de este post.

Este es un claro caso en el que el muerto se ríe del degollado.

Se asombra de la poca moral que hay en la Argentina. Se espanta de que se le tiren piedras a la policía. Y remata su asombro hablando de derechos humanos.

Cuando alguien pierde el contacto con lo cotidiano, suele ser catalogado en este país de vivir en un frasquito.

Por lo menos a través del vidrio algo se puede ver. Este muchacho vive en una lata de duraznos y para más, enterrada.

¿No se dio cuenta en qué país vive él?

Le voy a dar unas pistas para que vaya dándose una idea:
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Legalmente ilegal

Estados Unidos es, en miles de películas, el adalid de la libertad y de la defensa de los derechos humanos. Son los salvadores de la humanidad. Siempre tan desinteresados en su lucha mundial contra los opresores, invasores y de todos aquellos que no respetan a los seres humanos.

En la realidad, en más de una ocasión utilizaron guerras para levantar su economía.

En los últimos tiempos, a pesar de ser imposible de ocultar cuáles eran los verdaderos motivos para interferir en las economías de diferentes países y/o invadirlos, se han propuesto tomar el control de la mayor cantidad de naciones en el mundo. Siempre que no interfiera con los intereses de Rusia, que no creo que vaya a dejarlos.

La imagen de país desinteresado que defiende a quienes no pueden hacerlo, si bien hace mucho que no es habitual en el cine yanqui, termina de desaparecer con el último acto protagonizado por la ¿justicia? norteamericana.

El tiro de gracia que definitivamente eliminó la confianza que alguien pudiera tener en la ecuanimidad de los norteamericanos, es la aprobación por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de la tortura para los detenidos/prisioneros a los que se los «rotule» de posibles extremistas en los interrogatorios.

Si antes los detenidos por presuntos actos o futuros actos terroristas (¿recuerdan Guantánamo?) no existían para la ¿justicia? yanqui, ahora que sí los reconocen, les dan el estatus de «torturables».

Bajo la norma: «el fin justifica los medios», Estados Unidos pasa a ser legalmente igual a la Alemania de Hitler, donde cualquiera podía ser espiado, detenido, torturado e incluso ejecutado basados en un informe de los servicios de espionaje.

Parece mentira que a tan pocos años del intento nazi de dominar al mundo, no se haya disparado la alarma. Las diferencias entre los Estados Unidos de Bush y la Alemania de Hitler son apenas de forma, no de fondo.

La noticia en el New York Times.