¡Este no es mi Billiken!

En la década del ´60 (¡uff qué viejo que soy!) mis viejos me compraban la revista Billiken.

Era una publicación semanal orientada para chicos de primaria, en donde encontrábamos no sólo láminas, figuritas e información para el colegio, sino historietas de humor y aventuras además de actividades recreativas.

La primera revista salió el 17 de noviembre de 1919 y en la actualidad todavía se sigue vendiendo.

Esta era la tapa del Nº1

Revista Billiken N° 1 - 17-11 1919
Click en la foto la amplía y minimiza.

Pero mayúscula sorpresa me llevé cuando descubrí que no sólo existía la revista que durante tantos años compré.

En Estados Unidos También había Billiken, pero diferente

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Historia antigua –sólo de computadoras-

Este post tiene la finalidad de contar algo sobre las computadoras antiguas y que podamos divertirnos un rato con una parodia de 2001, una odisea en el espacio de Arthur C. Clarke.

Los más viejos de los usuarios de computadoras, muchas veces nos olvidamos lo que fue la historia antigua de la computación.
Para comunicarnos con el mundo a través de BBSs, porque no existía la web como ahora, usábamos la conexión telefónica y en mi caso un módem V.32 que transmitía a una extraordinaria velocidad de 9.600 bits por segundo. Para los que no saben mucho del tema, les cuento que un bit es «el acrónimo Binary digit (‘dígito binario’). Un bit es un dígito del sistema de numeración binario. Las unidades de almacenamiento tienen por símbolo bit» Lo enconmillado está extraído de la wikipedia.
Ahora bien, con un bit no hacíamos nada; para tener un número, un caracter o un símbolo del teclado, necesitábamos juntar 8 para hacer un byte.
Ahora piensen que si dividimos la velocidad 9.600 bits por 8 para hacer bytes, nos da la increíble velocidad de más o menos 1k por segundo.
Para transferir vía módem un archivo de un mega, necesitaríamos 1.000 segundos, o sea, algo más de un cuarto de hora.
Es evidente que haciendo señales de humo, los indios se comunicaban más rápido que nosotros.

En cuanto a las computadoras, empecé con una Commodore 128, que vendí para comprarme una PC XT 286. Luego cuando salió la 386, por supuesto que me compré una. La siguiente versión fue una 486 que armé yo mismo comprando por distintos lugares -por una cuestión de precios- los diferentes componentes.
Luego, el gran salto: Intel anunció el procesador Pentium.
Inmediatamente salí a comprarme uno para instalarlo en mi fiel 486, pero Sigue leyendo

Hace 30 años…

… nacía un dispositivo que para los más jóvenes es algo habitual.

Mis hijos, de 18 y 22 desde su más tierna infancia lo conocieron y usaron.

Estoy hablando del mouse de la computadora, o ratón del ordenador, según el país de origen del que lo mencione.

En un principio, sus inventores, Douglas Engelbart y William English lo llamaron con un nombre poco comercial (quizás porque en ese momento no lo era): Indicador de Posición de X-Y para un Dispositivo de Pantalla (X-Y position indicator for a display system, su nombre en inglés).

Apple compró la patente en 1979 y no sólo le cambió la forma para hacerlo más cómodo de usar, sino el nombre, que no sólo era más comercial, sino que además lo relacionaba con el animalito al que le vieron un parecido.

Ha pasado mucho desde aquel primer maus -como lo pronunciamos en Argentina- hasta los actuales.

Pasando por las bolitas que juntaban pelusa y terminaban inutilizándolo hasta los ópticos de resoluciones increíblemente altas, con o sin cable, comunes o ergonómicos, la evolución fue constante.

No voy a ponerles ninguna foto de un mouse actual, porque mal que mal, todos hemos visto una enorme cantidad de modelos diferentes.

Pero sí las fotos del primero:

¡Hace 30 años que uso el mouse!

¡Y anteriormente usaba sólo teclado!

¡No puedo creer lo viejo que soy!

Las fotos las encontré en Gizmodo.

María Elena Walsh

Estaba triste por una amiga, que hasta que se murió no supe que lo era.

Hasta que se fue no supe que la quería mucho… y desde hacía mucho.

Estaba mirando por la ventana, la ciudad estaba gris, con el cielo nublado y el agua mojando las veredas.

De pronto, un pájaro se posó en los cables de la luz que tengo enfrente.

No hacía otra cosa que mirarme.

De pronto se puso a cantar, siempre con la mirada fija en mí.

¡Reconocí la música!

A partir de ese momento, supe cuál era la letra de lo que estaba cantando.

No era un pájaro, era una pájara.

Llevaba tanto tiempo sin verla ni oirla, muchos años, que no la había reconocido.

Era la pájara pinta.

En voz muy bajita canté con ella.

Cuando terminamos, me sonrió -no sabía que los pájaros podían hacerlo- y se fue.

Supongo que a buscar otras ventanas.

Me enseñó que se puede llorar cantando.

Ahora sé que voy a pensar en «mi amiga» muchas veces.

Cuando vea una mariposa, un perro salchicha, una naranja, una vaca vieja, un mono liso, una tortuga; incluso cuando sean las 5 de la tarde y sea la hora de tomar el té.

Tantas veces te mataron…

Tantas veces te moriste…

Que en esta última vez, ni van a poder volverte a matar, ni vas a estar muerta jamás.