En lo que antiguamente era el mercado de lanares de Avellaneda, que luego fue un depósito de la Municipalidad, se instaló el supermercado Walmart.
Se construyeron además un shóping: el Alto Avellaneda, un gran edificio donde funcionó durante unos años el Sams Club, que era el mayorista de Walmart qua ahora se ha convertido en un Easy y una más modesta construcción para Norauto.
Frente a estos dos últimos comercios, desde hace un tiempo se está construyendo un nuevo edificio.
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Hasta ahí, nada importante para remarcar, más allá de que va a tapar la vista de estos negocios.
Pero si nos ponemos a un costado, a cierta distancia, la construcción no terminará de convencernos.
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Parece que estuviera torcida.
Si le prestamos un poco más de atención, veremos que en realidad ¡¡¡ESTÁ TORCIDO!!!
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Si no pueden dar crédito a sus ojos, simplemente cuenten la cantidad de filas de ladrillos a la derecha y a la izquierda.
No soy arquitecto ni ingeniero, pero tengo la sensación de que un edificio torcido no es lo mejor para construir.
¿Será que nadie se ha dado cuenta?
No sé qué es lo que van a poner allí, pero me parece inseguro.
Para ser más exactos, en Mar del Tuyú, en la provincia de Buenos Aires, en Argentina.
Fui con Tere y Martín; nos encanta caminar por la playa y en una de las caminatas, Tere -había ido hasta la playa vecina, Costa del Este por la playa para comprar alfajores- y me mandó un mensaje avisándome que cerca del límite entre los dos balnearios había una «foca» en la playa, que podía ir a sacar fotos.
Por supuesto, Martín y yo salimos y a los 10 minutos llegamos y sacamos algunas fotos al elefante marino (Mirounga leonina) según identificaron los de Mundo Marino. NOTA: Tuve que inhabilitar el link al sitio de Mundo Marino, porque ha sido atacado y es un riesgo entrar allí.
Tratando de descansar en el lugar equivocado, el pobre eligió una playa con gente, perros y cuatriciclos que no hacían más que ruido.
Aguantó muchas horas, porque a eso de las 7 y media de la tarde todavía seguía allí, si bien había cambiado un par de metros de lugar, parece que todo el tumulto no impidió que descansara.
De todas maneras, la gente, que en algunos casos es absolutamente irresponsable, hizo todo lo posible por desoir las indicaciones de los biólogos de Mundo Marino y hacía que los chicos chicos se acercaran para la foto, cerca de la cabeza, como para permitirle al elefante marino alcanzar y morder si se sintiera molestado o amenazado.
El colmo de los colmos fue un guardavidas que llegó junto a una guardavidas y que haciendo gala de su (des) conocimiento sobre el tema, se acercó explicando no sé que cosas sobre lo habitual de la situación y dando muestras de manejo de la cosa y del control de la situación, se agachó y puso sus dos manos en el lomo del elefante marino e intentó acariciarlo.
Por supuesto, el animalito reaccionó y se irguió emitiendo su característico sonido, con la boca bien abierta como si buscara morder a quien estaba molestándolo.
El bañero -a esta altura ya había perdido el estatus de guardavidas- reaccionó velozmente, separándose y estando a un tris de caer de culo.
¡Una lástima, mire!
Hubiera sido una excelente lección para un idiota que haciendo gala de su ignorancia, trata de impresionar a una chica.
Y yo no estaba prerapado para semejante tontería y sólo alcancé a fotografiar cuando el «intrépido» volvió a acercarse al acostarse el elefante marino, eso sí, con un poquito más de respeto -podría decir temor sin riesgo a equivocarme- tal como se ve en la foto.
De todas maneras, en pocos segundos más, se fue del lugar. No sé si para seguir cuidando a los bañistas o para escapar del papelón.
Un consejo: Nunca toquen a ningún animal o insecto si no saben de qué se trata.
Si se van a acercar, dejen una distancia prudencial y manténganse alerta para alejarse si fuera necesario. No se pongan a tiro para no facilitar o provocar un ataque.
Aquí les dejo un videíto para que lo vean holgazanear.
El martes pasado, 13/10/09, aprovechando que estaba libre, decidí hacer un tour fotográfico por el Zoológico de Buenos Aires.
Lo pasamos requetebien Tere y yo, y regresamos a casa luego de 6 horas de paseo y fotos.
Todo muy bien, pero…
Cuando llegamos a la parte en la que se encuentran las jaulas de los monos patas y los papiones, pudimos observar con asombro como una cría de papión estaba jugando con una gran botella plástica de gaseosa aplastada, la que al golpearla, arrastrarla y morderla, hacía un ruido que evidentemente les llamaba la atención.
Buscamos inmediatamente a uno de los muchos empleados que hay en el zoológico, pero no pudomos hallar a ninguno.
Decidimos seguir con el recorrido y avisar al primero que viéramos.
Luego de pasar la jaula de los cóndores se encuentra el edifcio de la Selva Subtropical, que tiene caseta a la entrada con un empleado. Había dos. Les avisamos lo que pasaba y uno de ellos le pidió al otro que llamara para avisar.
Luego de un par de horas más, volvimos a pasar por la jaula de los papiones y comprobamos que la botella seguía allí, con la diferencia que esta vez, el juego era entre la -a mí me pareció la misma- cría y un macho adulto. El juego consistía en que la cría escapaba con «su tesoro» y el adulto la perseguía sin terminar de apoderarse nunca de la botella.
Quizás no esté mal que los monos jueguen con una botella de gaseosa, que ésta nunca se rompa como para que puedan tragarse pequeños pedazos y lastimar u obstruir el conducto respiratorio o el digestivo.
Quiero dejar bien en claro que yo no soy quien puede parecer que sea… o algo así 8-[
Hace poco tiempo escribí un post en el que hablaba de una plaza de Avellaneda, la Plaza de la Integración, en el que comentaba que las esculturas de hierro me parecían muy peligrosas para los chicos.
Hubo gente que se enganchó, algunos bien, otros más o menos y otros mal.
Respondiendo a un comentario, hice referencia a la vecina Plaza Ucrania, que ya en ese momento se encontraba en proceso de remodelación.
La Plaza Ucrania vista desde la Plaza de la Integración; puede verse en primer plano una de las estatuas que me parecen peligrosas.
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La Plaza Ucrania a la que le «extirparon» juegos y árboles.
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Los pocos árboles que quedaron en la Plaza Ucrania están del lado de la Avenida Belgrano.
Si se armó un pequeño despelote porque criticaba las estatuas echas de hierro con bordes filosos y puntas, qué va a pasar cuando se re-inaugure la Plaza Ucrania y lean quién es el autor de las estatuas que van a instalarse allí.
Aclaro que mis dotes esculturales o esculturosos o esculturísticos o como sea que se deba decir, se limitan al área de San Clemente, donde sí he participado con un par de discípulos míos (mis hijos) de la construcción de esculturas efímeras en la playa.
Por supuesto, las mías no merecieron ni una mísera fotografía, en cambio, las de mis aprendices sí.
Hernán y Martín creando su propio Ghiza.
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«Vista aérea» del Ghiza de Hernán y Martín.
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Otra «vista aérea» del Ghiza de Hernán y Martín.
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Última «vista aérea» del Ghiza de Hernán y Martín.
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NO TENGO NADA QUE VER CON LAS ESCULTURAS DE LA PLAZA UCRANIA DE AVELLANEDA
Perdón que lo grite, pero quiero que quede bien claro.
O bien es un error del periódico, o es una muy lamentable (para mí) coincidencia de nombres y localidades. Descarto la intencionalidad de parte del medio gráfico.
El domingo pasado (28/06/09) fue día de elecciones,
Unos pocos días antes, la Municipalidad de Avellaneda inauguró la Plaza de la Integración, que era parte de una serie de obras escolares y sanitarias. ¡Muy bien por el intendente si es que no lo hizo con fines políticos!
Una plaza se diseña en planta -o sea, en un plano- la que luego se lleva a una maqueta y se construye luego.
Lo que debe buscarse al diseñar un espacio abierto, es que pueda ser utilizado por la gente, que haya grandes espacios abiertos, lugares de recreación y de descanso.
Se le agregan «unos toques» artísticos para que se pueda apreciar el arte, algún monumento o placa recordando a alguna persona que no debería ser olvidada y en donde se resalten sus virtudes, y ¡listo! a disfrutar.
Con Hernán, mi hijo mayor, quedamos en encontrarnos en la nueva plaza para ir a votar juntos, ya que lo hacíamos en la misma mesa.
Cuando llego, lo primero que me hace notar, es que la plaza tiene una serie de esculturas que de ninguna manera eran las adecuadas para un lugar en el que va a haber chicos jugando.
No más echarles una mirada, el «detalle» saltó a la vista: Son de hierro. El metal está oxidado. LLenas de bordes cortantes y aristas.
¡Ideal para los chicos! 🙁
Inmediatamente me vino a la cabeza un muuuuy viejo documental sueco -lo vi cuando aún no había TV en colores en ARgentina-, y que mostraba a un equipo del gobierno, que le mostraba a un grupo de vecinos qué peligrosa que era la calle para los niños de hasta 6 o 7 años.
Caminaron en cuclillas y descubrieron una gran cantidad de barreras arquitectónicas para chicos que nadie imaginaba y lo peligrosos que eran algunos lugares.
Todo esto estaba dirigido a la comunidad para que modificara sus cercos, setos y otros elementos que pusieran en riesgo la integridad de los niños.
Evidentemente, el arquitecto que diseñó esta plaza o el responsable -supongo que del área de cultura de la municipalidad- no tuvieron en cuenta que un chico jugando y corriendo por la plaza podría lastimarse seriamente.
No es el fin del mundo, pueden actuar rápidamente, porque en invierno no hay tanta gente en las plazas y redondear ángulos y puntas hasta que dejen de ser peligrosas.
Le dejo la idea a la municipalidad y las fotos que saqué ese día para que vean qué se puede hacer.