Legalmente ilegal

Estados Unidos es, en miles de películas, el adalid de la libertad y de la defensa de los derechos humanos. Son los salvadores de la humanidad. Siempre tan desinteresados en su lucha mundial contra los opresores, invasores y de todos aquellos que no respetan a los seres humanos.

En la realidad, en más de una ocasión utilizaron guerras para levantar su economía.

En los últimos tiempos, a pesar de ser imposible de ocultar cuáles eran los verdaderos motivos para interferir en las economías de diferentes países y/o invadirlos, se han propuesto tomar el control de la mayor cantidad de naciones en el mundo. Siempre que no interfiera con los intereses de Rusia, que no creo que vaya a dejarlos.

La imagen de país desinteresado que defiende a quienes no pueden hacerlo, si bien hace mucho que no es habitual en el cine yanqui, termina de desaparecer con el último acto protagonizado por la ¿justicia? norteamericana.

El tiro de gracia que definitivamente eliminó la confianza que alguien pudiera tener en la ecuanimidad de los norteamericanos, es la aprobación por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de la tortura para los detenidos/prisioneros a los que se los «rotule» de posibles extremistas en los interrogatorios.

Si antes los detenidos por presuntos actos o futuros actos terroristas (¿recuerdan Guantánamo?) no existían para la ¿justicia? yanqui, ahora que sí los reconocen, les dan el estatus de «torturables».

Bajo la norma: «el fin justifica los medios», Estados Unidos pasa a ser legalmente igual a la Alemania de Hitler, donde cualquiera podía ser espiado, detenido, torturado e incluso ejecutado basados en un informe de los servicios de espionaje.

Parece mentira que a tan pocos años del intento nazi de dominar al mundo, no se haya disparado la alarma. Las diferencias entre los Estados Unidos de Bush y la Alemania de Hitler son apenas de forma, no de fondo.

La noticia en el New York Times.

Crítica dura desde el humor

Terry Jones, integrante del grupo Monty Python demuestra que mostrando la realidad con humor, puede dejar al descubierto el cinismo de los gobiernos.

En dos oportunidades, la primera el 26 de enero de 2003 y la última el 31 de marzo de 2007, envía cartas al diario The Observer sendas cartas quejándose en la primera de la intención de George Bush de invadir Irak, y en la segunda por los prisioneros británicos capturados en aguas iraníes.

Vale la pena leer ambas cartas. Están en español y al pie de cada una, el link al diario en inglés. No se los pierdan.
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La guerra

Por Eduardo Galeano

Van a matar a mucha gente papa

A mediados del año pasado, mientras esta guerra se estaba incubando, George W. Bush declaró que debemos estar listos para atacar en cualquier oscuro rincón del mundo. Irak es, pues, un oscuro rincón del mundo. ¿Creerá Bush que la civilización nació en Texas, y que sus compatriotas inventaron la escritura? ¿Nunca escuchó hablar de la biblioteca de Nínive, ni de la Torre de Babel, ni de los jardines colgantes de Babilonia? ¿No escuchó ni uno sólo de los cuentos de Las mil y una noches de Bagdad? ¿Quién lo eligió presidente del planeta? A mí, nadie me llamó a votar en esas elecciones. ¿Y a ustedes? ¿Elegiríamos a un presidente sordo? ¿A un hombre incapaz de escuchar nada más que los ecos de su voz? ¿Sordo ante el trueno incesante de millones y millones de voces que en las calles del mundo están declarando la paz a la guerra? Sigue leyendo