No le encuentro un título

Participé de un concurso de relatos breves, de hasta 100 palabras hace un par de años, tal vez más.
Conseguí hacerlo de exactamente cien palabras, pero no alcanzó con ese esfuerzo para quedar preseleccionado.
Podría ponerle un título «muuuy obvio», pero delataría el final.
Quedará sin título.

Como me gustó, lo posteo.
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Una muerte

Un cuento de Héctor Oesterheld

Yo andaba investigando la muerte del Jon.
Las huellas, luego de contornear todo el pueblo, me llevaron hasta la pequeña casa junto al río, casi perdida entre los juncos.
No hacía frío, pero igual me subí las solapas del abrigo y hundí las manos en los bolsillos.
Subí cinco escalones no muy seguros, empujé la puerta, entré.
Jaulas, pajareras por todas partes. De fabricación casera.
Pájaros de colores: cotorras, cardenales, pechos colorados, canarios. Pájaros grises, pájaros marrones. Grandes y chicos.

Avancé: fue como entrar en una nube de píos, trinos, gorjeos. Y de olor denso, cálido.
De entre dos pajareras salió el hombre. Tricota agujereada, cabeza blanca. Ojos curiosamente grandes y claros en el rostro ceniciento, lleno de arrugas; un rostro muy gastado, pero abierto, cordial.
—Hace tres días… —empecé.
Y me detuve. Me miró por un momento. Miró al piso, volvió a mirarme. Ya nos estábamos entendiendo.
—¿Amigo suyo?
Asentí.
—¿Sabe lo que…, lo que le pasó?
Volví a asentir. Sigue leyendo

El traje del emperador

Extraído de Antología de cuento y poesía/5 XIII Concurso Leopoldo Marechal.

ISBN 978-987-98796-6-5

2007, Dirección de Arte y Cultura
Municipio de Morón

Segundo Premio. (Poesía)

de Tamara Soledad Rutinelli

Sin título

blanco caracol suspendido en lo alto bucea una ventana abriendo el cielo horizonte pálido del tiempo. Límpido el color de los sueños el silencio ese no color de la espera o poema deshabitado. Y luz de tu ojo o cerradura por donde se cuela la noche del olvido la muerte o la perfecta apertura de mi cuerpo en sombras caracol que emanas. Centro de esa noche boca amarga o dulce de la hora que sangra

Quiero aclarar un par de cosas:

No puse el primer premio o el tercero, porque están escritos en un formato parecido a lo que yo siempre conocí como poema: frases cortas, escritas una debajo de la otra, con una cierta rima o cadencia, que llevaba a leerlos con un cierto ritmo.

Pero como los distintos párrafos comienzan a diferentes distancias del margen izquierdo y con WordPress no puedo manejarlo correctamente, elegí el del segundo premio porque así estaba escrito.

Los únicos signos de puntuación son los tres «punto y seguido» que he puesto. El ¿poema? no termina con un punto final.

Estoy seguro de que si llegase a encontrar algún poema escrito por algún poeta famoso y participara con esa obra inédita, no quedaría ni siquiera preseleccionado.

No importa si fuera una obra de Becquer, Darío o Machado. Seguramente los descartarían.

Siento que por la ausencia de verdaderos poetas, se fue bastardeando la poesía, hasta llegar a las obras que ahora se publican.

Es una apreciación personal, pero siento que puedo decir desde mi «inocencia intelectual» que el emperador está desnudo.

Es evidente, pero nadie se anima a decirlo.

La definitiva muerte de Fontanarrosa

El «Negro» Roberto Fontanarrosa, a los 62 años, se nos fue.

Comencé a disfrutar de sus trabajos cuando en la década del ´70 publicaba sus chistes en la revista Hortensia. Desde ese momento, fui un fanático suyo.

Historietas, viñetas, cuentos, novelas; ningún género escapó a su pluma genial.

Cuando en 2004 fue uno de los expositores en el Tercer Congreso de la Lengua Española, demostró su toda su capacidad, cuando para la disertación escogió como tema el de «las malas palabras»; llegando al súmmum al explicar la importancia de pronunciar correctamente la palabra «mierda», arrancando risas y aplausos de toda la concurrencia.

Enfermo de esclerosis lateral amiotrófica, fue perdiendo la funcionalidad de su cuerpo, comenzando por su brazo izquierdo (¡menos mal que no era zurdito!), y deteriorándose progresivamente, hasta que, al llegar a enero de este año, anunció que debido a que ya no podía controlar su mano derecha, dejaría de dibujar para aportar el guión únicamente.

A pesar de que lo intentó, la enfermedad pudo más que él. Hoy murió por un paro cardiorrespiratorio.

No hubo tema que no tratara con su ingenio y su humor extraordinario. Política, religión, fútbol (su pasión), e incluso su propia muerte.

Hace muchos años él mismo escribió su propio epitafio:

El día en que yo me muera quedarán mudas las gomas «H»
Pondrán a media asta las Dos Banderas

El día en que dibujó su propia muerte, gozaba de buena salud, pero mal carácter, por lo que fue «tranquilizado» por Boogie el aceitoso con su 44 Magnum de luxe. Más le hubiera valido un pequeño aumento para Don Inodoro…

Ahora ya está.

Ya se fue.

O no.

Podemos apelar a la sentencia final de Boogie: «Los dibujantes pasan, los dibujos quedan».

La historieta, que durante tantos años guardé entre mis tessoross, la pongo aquí para compartirla con todos ustedes.

Primera parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 1

Con click amplía en página nueva.

Segunda parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 2

Con click amplía en página nueva.

Aunque no quiera, se me pianta un lagrimón.

El sitio oficial.
Él en la Wikipedia.

El que busca, encuentra

He aquí un modesto listado (por orden alfabético) de los sitios que he visitado y que ofrecen libros gratis. Hay del género que quieran. Algunos abren páginas con el cuento, otros ofrecen descargarlo comprimido (no podrían abrir páginas con un libro completo) y otros los ofrecen por FTP.
Si les gusta leer… Sigue leyendo