Cómo cantar el Himno Argentino en la cancha

Escribo esto cuando falta muy poco para que juguemos con la selección de Alemania la final de la copa del mundo en Brasil.

Hacía muchísimo que no llegábamos a esta instancia; creo que -salvo algunas excepciones- todos estamos conformes con lo que se consiguió hasta ahora.

Claro que todos soñamos con dar nuestra tercera vuelta olímpica en el Maracaná, pero sea cual sea el resultado, es muy probable que en Argentina se festeje igual.

Escuché en estos días a dos o tres personas que se lamentaban de que no cantemos el himno en la cancha…

Me imagino que todo esto lo habrá iniciado la nota que Diario Popular le hizo al Tata Brown, en donde se queja de que el himno no se canta, se tararea, y cito lo que dijo: «Estoy re caliente porque tararean el himno en lugar de cantarlo» y “Ahora resulta que en la Argentina tenemos que enseñarles a nuestros hijos y a nuestros nietos que el himno se tararea, no se canta más»

Tal vez lo que habría que enseñar, es que el himno sí se canta, y que nunca se dejó de cantarlo.

De lo que Brown tal vez no se dio cuenta, es que desde hace bastante tiempo, en el exterior solamente pasan la introducción de nuestro Himno Nacional.

Lo que se escucha en las canchas, es la parte que no tiene letra.

Y la hinchada, no va a dejar de enorgullecerse de él.

No nos ponen la letra, no importa, tarareamos la intro, que suene como un himno y en la parte final de esa introducción, como un himno de guerra, incluyendo saltitos y la mano que se agita por sobre la cabeza.

Escuchar cantar el himno en la cancha, que miles de personas lo entonen con tantas ganas, hace que el corazón se me estruje, y no exagero. Creo que esta es la mejor versión que uno puede escuchar.

¡Con qué ganas se canta, alentando al equipo y al mismo tiempo sintiéndose orgulloso!

En este mundial, he visto que cuando filman a la tribuna, hay gente que está realmente emocionada. Es más, en una de las tantas cámaras «tribuneras», le preguntan a un argentino que está llorando después de cantarlo y la respuesta fué más o menos algo así: «… qué querés que te diga, esto me emociona…»

No sé cuándo exactamente empezamos (aramos dijo el mosquito) a cantarlo de esta manera. Acá les dejo una versión del audio de la hinchada argentina en el mundial de Alemania en el 2006.

Así lo cantó la hinchada cuando jugamos contra Irán:

¿Alguien puede decir que acá no se sintió el orgullo y la sangre corriendo por las venas como pide el Tata?

Pero esto no es todo.

Como nuestro himno es largo, cuando se lo extiende, y luego de la introducción ponen el final, la hinchada lo canta, no lo tararea y además pone mucho énfasis el la frase: «…O juremos con gloria morir…»

Y con esto basta, que de tanto escuchar a la hinchada, se me está haciendo un nudo en la garganta.

¡VAMOS ARGENTINA, CARAJO!

La definitiva muerte de Fontanarrosa

El «Negro» Roberto Fontanarrosa, a los 62 años, se nos fue.

Comencé a disfrutar de sus trabajos cuando en la década del ´70 publicaba sus chistes en la revista Hortensia. Desde ese momento, fui un fanático suyo.

Historietas, viñetas, cuentos, novelas; ningún género escapó a su pluma genial.

Cuando en 2004 fue uno de los expositores en el Tercer Congreso de la Lengua Española, demostró su toda su capacidad, cuando para la disertación escogió como tema el de «las malas palabras»; llegando al súmmum al explicar la importancia de pronunciar correctamente la palabra «mierda», arrancando risas y aplausos de toda la concurrencia.

Enfermo de esclerosis lateral amiotrófica, fue perdiendo la funcionalidad de su cuerpo, comenzando por su brazo izquierdo (¡menos mal que no era zurdito!), y deteriorándose progresivamente, hasta que, al llegar a enero de este año, anunció que debido a que ya no podía controlar su mano derecha, dejaría de dibujar para aportar el guión únicamente.

A pesar de que lo intentó, la enfermedad pudo más que él. Hoy murió por un paro cardiorrespiratorio.

No hubo tema que no tratara con su ingenio y su humor extraordinario. Política, religión, fútbol (su pasión), e incluso su propia muerte.

Hace muchos años él mismo escribió su propio epitafio:

El día en que yo me muera quedarán mudas las gomas «H»
Pondrán a media asta las Dos Banderas

El día en que dibujó su propia muerte, gozaba de buena salud, pero mal carácter, por lo que fue «tranquilizado» por Boogie el aceitoso con su 44 Magnum de luxe. Más le hubiera valido un pequeño aumento para Don Inodoro…

Ahora ya está.

Ya se fue.

O no.

Podemos apelar a la sentencia final de Boogie: «Los dibujantes pasan, los dibujos quedan».

La historieta, que durante tantos años guardé entre mis tessoross, la pongo aquí para compartirla con todos ustedes.

Primera parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 1

Con click amplía en página nueva.

Segunda parte

La primera muerte de Roberto Fontanarrosa - 2

Con click amplía en página nueva.

Aunque no quiera, se me pianta un lagrimón.

El sitio oficial.
Él en la Wikipedia.