Primer mundo y atención de cuarta

Acabo de ver Sicko, la película que realizó Michael Moore sobre el sistema de salud en Estados Unidos.

Michael Moore - Sicko

Es sencillamente impactante.

Muestra cómo es posible que te dejen mutilado, discapacitado, muerto o que te abandonen en la calle si en el hospital calculan que no tendrás fondos para pagar los gastos de traslado y/o internación.

El sistema de salud en Argentina no anda como debiera. El hecho de que haya países en los que se esté peor, no es óbice para no quejarnos y exigir que mejore.

Si quieren ver una verdadera película de terror, no duden en elegir Sicko. Los va a sorprender, van a sonreír con algunas ocurrencias, pero también van a indignarse, espantarse y en algunos casos, hasta llorar como lo hizo mi esposa.

Sencillamente, todo lo que van a ver, parece mentira.

Pueden visitar el sitio oficial de la película (en inglés), pero además podrán encontrar en YouTube al grupo: SiCKO: Share Your Healthcare Horror Stories, donde podrán ver historias complementarias y posteriores a la producción del film.

Sugiero verla.

Por un futuro mejor

Ayer fui a la marcha convocada por CTERA, CTA y ATE en repudio al asesinato del profesor Carlos Fuentealba.

Miles de personas manifestaron su indignación por la muerte de un profesor que en una protesta salarial en la provincia de Neuquén fue asesinado cuando a través de la luneta del automóvil en que viajaba, una granada de gases lacrimógenos disparada desde muy cerca le dio en la cabeza.

No voy a referirme aquí al asesinato, que ya bastante difusión tiene, sino a otro aspecto.

La protesta social, no está cargada de política partidaria.

Éso se ve en la heterogeneidad de los que participan de las marchas y en el hecho de que son protestas pacíficas.

Al acercarme al lugar del acto, me tocó pasar por donde estaban los partidos de izquierda. Por ser el acto en una zona céntrica, las calles están llenas de negocios; casi todos parcialmente cerrados.

Por donde estaban los convocados por las agrupaciones de trabajadores no alineadas a ningún partido político, los negocios seguían abiertos.

Estuve al pie del palco y luego me corrí unos metros hacia la mitad de la manzana, y me llamó la atención un quiosquito que tenía sus exhibidores que llegaban hasta la vereda misma, repletos de golosinas.

Era muy difícil desplazarse, pero la gente se acercaba para comprar gaseosas, cigarrillos, golosinas.

Nadie parecía tener en mente la idea de que era sencillo hurtar algún chocolatín, pastillas, o lo que fuera.

¿Y por qué alguien tendría que estar pensando en éso?
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