Diego Guelar y un reclamo que no cesa

El secretario de relaciones internacionales del PRO, Diego Guelar, ha hecho público un reclamo que desde hace mucho tiempo algunos sectores de la sociedad vienen realizando: Que se indulte a los criminales.

Todos sabemos cómo seguiría la cosa en caso de que se aprobase una medida de esa naturaleza.

En un principio alcanzaría solamente a los que han cometido delitos de lesa humanidad, tales como secuestrar, torturar, violar y robar usando como excusa la política.

Seguramente más tarde, también pedirán indulto para los que cometieron delitos menos importantes, tales como homicidas que usaron excusas tales como: «no me quería entregar la billetera» o «no se dejaba violar» incluso aquellos que digan «cómo no iba a matarlos a todos, si apareció la policía…»

Seguramente terminarán indultando al que en la provincia de Córdoba condenaron a 5 años de prisión por robar un peso ($1,=).

Diego Guelar, PRO, déjenme decirles algo: Mejor será que juzguemos a TODOS LOS DELINCUENTES, y cuanto mayor sea el delito cometido, que mayor sea la pena que les corresponda, porque si sentamos el precedente de que podemos hacer lo que queramos con los bienes y la vida de todos los argentinos por el simple hecho de tener las armas, no estamos pacificando un país, estamos tratando de calmar a las fieras, o los monstruos, que creo que ese es el calificativo más adecuado.

Como mensaje de fin de año, podían haber elegido otro tema, algo más humano y para todos.

La noticia en los diarios, excepto en Clarín, en donde no encontré nada.

Página 12.
La Nación.
Urgente 24.
Infobae.

Algunas cosas no están bien

En Argentina, los candidatos a cargos electorales utilizan para su «promoción» las paredes de las ciudades.

En un principio, militantes de cada partido «tomaban por asalto» una pared y pintaban una leyenda en apoyo a su candidato.

Los muros de lugares públicos, de fábricas, los que encerraban terrenos baldíos o los de casas abandonadas servían para ese fin.

Eran defendidas esas paredes a como diera lugar. Eran muy valiosas como para permitir que partidos políticos contrarios taparan las leyendas y pusieran las suyas propias.

No pasó mucho tiempo hasta que ciertas paredes fueron parte de algún territorio político defendido por partidarios de cualquiera de los partidos políticos que hubiera.

Con el tiempo, alguien debió haber visto el filón y fundó (informalmente, por supuesto) la primera empresa de pintadas, por lo que obtenía un cierto rédito por la tarea de blanqueado y pintado de leyendas.

En algunos lugares (frente a mi casa, por ejemplo), cambian diariamente las leyendas en algunos momentos electorales. Y no es una pared abandonada, porque la empresa funciona diariamente, pero tiene un frente de unos 50 metros de ancho sin puertas ni ventanas que dificulten la tarea de los graffitteros.

Ya no se usan las «paredes de nadie». Si mi casa tiene una parede usable, tarde o temprano será tomada por asalto.

Una pared del parque Arturo Umberto Illia, en Avellaneda es usada desde hace mucho tiempo para promocionar candidatos usando a la ¿empresa? Pico 1200, que ha extendido sus dominios en un amplísimo radio.

El hecho de ver una pared pintada con leyendas que en verdad no sé si surten el efecto buscado, el piso manchado con las salpicaduras de pintura, me da mucha rabia.

Si les molestaba una pared «en blanco», podrían haberla utilizado para realizar -por ejemplo- murales artísticos, guste o no ese estilo, porque creo que la mayoría de la gente aceptaría con más facilidad arte urbano que antiarte político.

Los pintores que toman por asalto el parque Illia, creen ser graciosos, creativos, tal vez divertidos al utilizar el busto del ex presidente para dar rienda suelta a su ¿ingenio?.

Si fue un buen presidente o no, si se comulga con sus ideas políticas o no, si se lo votó o no, creo que no importa a la hora de ver que se mancilla su imagen.

El mayor defecto que tuvo Illia cuando fue presidente, fue oponerse a ciertos grupos de poder, como por ejemplo: las petroleras, las farmacéuticas y los Estados Unidos.

Por supuesto, fue derrocado.

Mi idea política no es la del partido de Illia, pero no se puede dejar de reconocer que buscaba limitar el poder de los grupos que hacían -diría que siguen haciendo- su voluntad en pos de mayores réditos económicos.

dr-arturo-umberto-illia-mancillado

Para saber algo más sobre Arturo Umberto Illia en la Wikipedia.

Tal vez no seamos los únicos…

En estos últimos días, con motivo de la sensación de inseguridad -justificada o no- se ha hablado mucho.

Hasta se intentó crear un ghetto entre dos barrios. Una cosa de locos.

Se pide bajar la edad de imputabilidad, para poder encarcelar a menores de menos edad.

La sociedad se divide, los medios se aprovechan del miedo de la gente y muchos políticos que están fuera de los puestos de poder no sólo se aprovechan para llevar agua a sus molinos, sino que tratan de secar los molinos y los cerebros de quienes reaccionan intempestivamente, adhiriéndose a las ideas del bando que le asegure que con «ellos» -sean quienes sean ellos- el problema de la inseguridad se termina.

Ante un problema, es lo más lógico ponerse a buscar una solución.

Es lógico también que la mayoría de la gente busque una solución rápida, instantánea.

Pero los que se supone que están para encontrar y aplicar soluciones, deberían poner un poquito más de empeño y buscar «de verdad» una solución.

No una solución mágica que haga desaparecer el delito de la noche a la mañana, porque

ESA SOLUCIÓN NO EXISTE.

Deberían -como en otros problemas- buscar verdaderas soluciones que excedan el tiempo de su propio mandato.

No deberían seguir pensando en obras que puedan anunciar e inaugurar durante su período constitucional.

Deberían dejar la mezquindad que los caracteriza, dejar de pensar en chiquito, y tratar de llevar adelante políticas que los excedan y trasciendan.

Buscar junto a los opositores una solución.

LLamar a gente que pueda entender de qué se habla para que los vaya orientando y así llegar a un plan consensuado que no pertenezca a un partido o a un político, sino a una Nación.

Tal vez esté pidiendo demasiado.

Permanentemente veo ejemplos de que los políticos solamente se ocupan de sus negocios, sean estos los que sean.

No tienen grandeza.

Son mezquinos y miserables.

Y digo que son mezquinos y miserables, porque permanentemente están dando muestras de mezquindad y miserabilidad.

No estamos solos en el mundo.

En otros países suceden cosas similares.

Lo bueno de la globalización de las ideas -internet mediante, por supuesto- es que podemos acceder a información de cualquier parte del mundo instantáneamente.

En España, también tienen problemas con la juventud.

No sé si se han puesto de acuerdo para solucionarlos o si lo harán.

Pero por lo pronto, alguien que parece saber sobre el tema, dio una conferencia y otros, con excelente criterio, colgó el video en YouTube para regocijo y aprendizaje de todos.

Me estoy refiriendo Emilio Calatayud Pérez, juez de menores de Granada, que ha «saltado a la fama» gracias a sus fallos orientados no al castigo de los menores, sino a su rehabilitación.

Vale la pena tomarse unos minutos y ver los dos videos. No tienen desperdicio.

Como sucede en todos lados, según el lugar donde se vive, se tiene cierto acento al hablar, y no siempre se comprenden todas las palabras, por lo que me he tomado la molestia de transcribir toda la conferencia por si quieren seguir las ideas leyéndolas.

… Tiene la palabra don Emilio Calatayud.
Yo no sé si darle un cuarto de hora por esto que me ha pasado al principio (risas). Es broma. Diez minutos.
Buenas tardes, y primero agradecer la invitación que me han hecho a participar en esta jornada.
Y bien, yo voy a ser… voy a intentar ser lo más breve posible; voy a ver si con doce minutejos, así, ni pa´ ti ni pa´ mi, y lo dejamos.
Bien, yo creo, y siempre digo que yo no hablo en nombre de los jueces ni en nombre de los jueces de menores. Mis opiniones son discutibles y mis sentencias son apelables, por lo tanto estoy abierto al coloquio y al diálogo.
Pero yo creo que hay que llamar a las cosas por su nombre, y creo que en este país se habla poco claro, sobre todo cuando hablamos de menores. Sigue leyendo