… Y sobreviví.
¡¡¡Y no sólo una vez, sino dos!!!
Lo más increíble fue que los ataques se produjeron con 5 años de separación.
El primero ocurrió en el 2009 y el segundo en 2014.
Y si aún no les parece lo suficientemente extraordinario, ambos ataques fueron hechos por el mismo animal.
En ambos casos, la agresión se produjo sin que mediara provocación alguna de mi parte.
Sé que los elefentes son animales que pueden reaccionar con violencia ante lo que en ese momento consideren una situación de peligro potencial o de invasión al espacio que consideran suyo.
Les puedo asegurar que en ninguno de estos casos invadí su territorio.
Si quieren comprobar lo que digo, les muestro las dos filmaciones del primer ataque, del que fui víctima en el 2009.
El video fue tomado con mi cámara de fotos Canon A650 is.
Este es el segundo video:
En el año 2014, el mismo animal decidió atacarme nuevamente, aunque esta vez utilizó elementos más peligrosos que escupitajos y una lluvia de piedras. Aquí va el tercer video realizado con una Canon SX40 hs:
En este video muestro una piedra que pude barajar en el aire, porque falló el disparo por pocos centímetros. Por suerte fue así; lástima que me tomó por sorpresa el lanzamiento y no alcancé a filmar. Cuando retoma el ataque, instintivamente apago la cámara y la pongo detrás de mí por miedo a que la dañe.
En este último video, estando seguro de que no corríamos riesgo ni mi vida ni mi cámara, decido tomar una actitud desafiante y consigo que reaccione.
Luego de haber mostrado estas situaciones cómicas/extrañas, quisiera aclarar algunos puntos:
Los dos primeros videos de los ataques fueron realizados a fines de noviembre de 2009, recién comenzado el verano.
Los tres siguientes son de fines de marzo de 2014, a principios del otoño.
Ni siquiera me fijé de qué sexo es el animal, pero por la diferencia de fechas, no creo probable que el celo fuera el motivo del primer ataque.
Tuve que ir por trabajo a la provincia de Mendoza y allí me recomendaron visitar el Cerro de la Gloria y el zoológico que se allí se encuentra.
Recomiendo fervientemente ir al Zoológico de Mendoza, preferentemente en épocas en las que no haya exceso de calor o frío, llevar cámara, baterías de repuesto, memorias, lentes y sándwiches en la mochila y entrar a primera hora de la mañana.
Las jaulas se encuentran ubicadas en las laderas del cerro, por lo que se pueden escoger diferentes caminos para verlas todas, por caminos cómodos para transitar, sin pendientes cansadoras y bajo la sombra de los muchísimos árboles que allí se encuentran.
Hay algunos monos sueltos de los que no sé la raza, una corza blanca y algunas aves. piensen que por mucho que estos animales estén acostumbrados al contacto con humanos, no dejan de ser animales con instinto de supervivencia y muévanse con lentitud, sin gritar, ni dirigiéndose en línea recta hacia ellos.
Piensen que van a tener muchas horas de paseo, ya que si bien el cierre del parque figura a las 18:00, los visitantes se retiran hasta 2 horas más tarde.
Pero déjenme volver al tema del ataque; el primero, en noviembre del ´09 estaba el parque prácticamente vacío de visitantes. Me acerqué con calma al reducto (enorme) del elefante, y en silencio comencé a tomar algunas fotos y una breve filmación. Sin movientos bruscos o sonidos que pudieran perturbarlo, el elefante simplemente no me quería cerca.
A partir de los ataques, sí hablé, por lo que creo que cuando, esta vez por vacaciones, volví a ir al zoológico, sí reconoció mi voz y mi olor (observen como utiliza su trompa para captar mi olor) y por eso se decidió a atacarme.
Cuando llegamos (mi esposa y yo) ante el elefante, había un matrimonio con una beba en brazos que ya llevaban un tiempo allí, imagino que no sólo viendo al animal sino esperando que llegara alguien para tomarle una foto a los 3.
A ellos los toleró.
Recién cuando unos instantes después se fueron , el animal decidió mostrarme su hostilidad. En ningún momento insinuó querer atacar a Tere, por lo que queda más que claro que el ataque no era a «los visitantes», sino a mí.
No es la primera vez que estoy frente a elefantes; 1, 2, 3, tanto africanos como de la India, de día o de noche, por lo que el motivo por el que soy «persona non grata» seguirá siendo un misterio para mí.
En un zoológico, con un foso que me resguardaba, la situación no pasó de ser insólita y divertida. Me pregunto qué podría pasar si tuviera un encuentro con ellos en la naturaleza…
jajaja si es el mismo elefante como me parece que decís, comentan que tienen mucha memoria y si no te quiso una vez, la otra tampoco jajasjajaja muy gracioso y por las dudas no vayas al lugar donde eestén sueltos jajaja cariños Gus.
Me alegra que no te haya lastimado, sin embargo, hace dos días fuimos agredidos por esa elefante, primero nos escupió a mi mamá y a mí, nos quedamos sorprendidas y confusas, no sabíamos qué pensar, pero seguidamente agarró una piedra bastante grande, la cargó en su trompa y se fué hasta donde estaba mi mamá, mi hijo, mi marido y mi papá y empezó a balancear su trompa y lanzó la piedra, mi familia se agachó pero la piedra cayó justo en la cabeza de mi mamá… Se escuchó un ruido horrible y pensé que se iba a desmayar, pero aguantó el golpe. Se tocó la cabeza y sintió un agujero por donde empezó a brotar bastante sangre, tenía la cabeza abierta! Llamaron a la ambulancia y nos trasladamos a un hospital muy precario en donde le dieron 4 puntos y le hicieron una radiografía, por suerte no llegó al hueso, pero se tuvo que aplicar la antitetánica, antibióticos y calmantes para el dolor. La gente del zoo no se sorprendió cuando les dijimos que el elefante le había tirado una piedra… Parece que tienen ambos paquidermos esa linda costumbre. La culpa claro que no es de los animales sino del pésimo estado en que se encuentran, están mal atendidos, solos, aburridos y estresados, no me extraña que quisieran llamar la atención de alguna manera… Y sabiendo que lo hacen seguido no entiendo cómo no previenen a la gente. Si esto sigue así no sería de extrañar que ocurran más desgracias, mi hijo de 10 años estaba justo al lado de mi mamá.
Marcela:
Lamento que lo que para mí fue tan sólo un hecho anecdótico en tu caso haya terminado con tu mamá lastimada.
Más allá del stress que puedan tener los animales por las condiciones en que se encuentran cautivos, lo que es inexplicable cómo es que eligen a sus «víctimas». ¿El olor? ¿el timbre de la voz? Quién sabe…
Ya que el incidente no fue grave, que les quede como una anécdota el haber sido atacados por un elefante.
Otro tema: si sos la Marcela Inguanzo que imagino, mis felicitaciones.
…Y ahora que lo pienso, podría ir de nuevo al zoo de Mendoza pero esta vez, llevando a mi suegra. Nunca se sabe. 😉