Mientras oraba antes de acostarse, un niño pidió con devoción:
Señor, esta noche te pido algo especial: conviérteme en un televisor.
Quisiera ocupar su lugar.
Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa.
Es decir, tener un cuarto especial para mí y reunir a todos los miembros de la familia a mi alrededor.
Ser tomado en serio cuando hablo.
Convertirme en el centro de atención y ser aquel al que todos quieren escuchar sin interrumpirlo ni cuestionarlo.
Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona.
Y tener la compañía de mi papá cuando llega a casa, aunque esté cansado del trabajo.
Y que mi mamá me busque cuando esté sola y aburrida, en lugar de ignorarme.
Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo, que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada.
Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado.
Señor, no te pido mucho. Sólo vivir lo que vive cualquier televisor.
Excelente!!!
Este pedido bien podria hacerlo un grande, porque no?
Quien no quiere un poco de atencion y cuidado, un lugar especial, sentirse querido y acompañado, ser el centro de la familia y el alma en la pareja?