Todo debe tener un límite

Este post va dedicado directamente a Hipólito Solari Yrigoyen.

Se puede estar enfermo de poder y necesitar tenerlo, aunque sea en cantidades insignificantes.

Se puede ser incompetente y tratar de que no se vea.

Se puede ser idiota y disimular para que no se den cuenta.

Se puede ser un hijo de puta y vestirse de cordero o de víctima.

Pero todo tiene que tener un límite.

Las declaraciones de este sujeto en la FM Milenium han superado el límite de mi paciencia.

Cuando no se tiene idea de lo que se dice, lo mejor es no decir nada.

Cuando se quiere justificar lo injustificable y no se tienen límites, se corre el riesgo de provocar un desastre.

¿A quién, con dos dedos de frente se le ocurriría agitar el fantasma de los atentados políticos en Argentina?

Quiero pensar que lo que dijo en el reportaje lo hizo porque no entiende lo que hace y no porque es un hijo de puta.

¿Qué fin puede perseguir alguien que es el presidente de la convención nacional del radicalismo al hacer comentarios de ese tipo?

¿Busca acaso «incentivar» a algunos a realizar actos violentos?

¿Acaso quiere dar al mundo la imagen de una Argentina gobernada por un partido repleto de terroristas?

¿Quiere victimizar al vicepresidente que juró en su cargo para cumplir lo que prometió en campaña y que no sólo no cumple sino que hace exactamente lo opuesto?

No se olvide de Jorge Rafael Videla, que cuando asumió como comandante en jefe del ejército, juró defender a la Constitución Nacional y a la presidenta y no cumplió.

¿Quiere darnos a entender que Julio Cleto Cobos que decide no obedecer a la Constitución Nacional y que se justifica diciendo que él «interpreta» lo que la Carta Magna dice y obra en consecuencia, es un dechado de virtudes?

Voy a darle mi opinión sobre Cobos:

Cobos es un vicepresidente. Como tal, es una figura de segunda o tercera fila en política.

Todos sabemos que nadie que crea que puede crecer en política, aceptaría el puesto de vicepresidente.

Creo que la falta de protagonismo o de noticias con su nombre en los diarios, sumado a su falta de capacidad, hicieron que aceptara ser el títere de quienes se hacen llamar «la oposición» (porque no pueden llamarse «la solución»).

Lo convencieron para darse vuelta como un calcetín asegurándole apoyo incondicional, siempre que él fuera incondicional también.

Sabiendo que no tenía chances de crecer políticamente, disfruta de la sensación de liderazgo vedetongo que le dan los medios… o debería decir «el» medio que sabe que ha perdido negociados millonarios y que perderá muchos otros y que por consiguiente no va a detenerse en su intento desestabilizador.

Inventó el voto «no positivo», cuando inició su carrera al estrellato. Y cuando digo estrellato, no hablo de encumbrarse como una estrella, sino de estrellarse.

Siguió haciendo comentarios en contra de su propio gobierno y negándose a renunciar, porque dejaría de ser mencionado en los medios.

Literalmente se cagó en la Constitución Nacional. Argumentó que él conocía el espíritu de la Constitución y que podía interpretar lo que ella «quiere decir» y actuar en consecuencia.

Termina diciendo que ahora nadie más va a tenerle miedo a la presidenta…

De los últimos años de la democracia con presidentes radicales -porque en los anteriores yo era muy chico- lo que me queda firmemente grabado es que los vicepresidentes radicales son impresentables.

Recuerdo al vicepresidente de Raúl Ricardo Alfonsín, Víctor H. Martínez en una charla en el programa televisivo del -por suerte- fallecido Bernardo Neustadt en donde se congregaron muchos políticos alrededor de la mesa, responder a las acusasiones de que en la campaña electoral (no nos olvidemos que hacía pocas horas que habíamos salido de la peor dictadura de la historia) el radicalismo había mentido, diciendo palabras más o menos: ¡Claro que mentimos! ¡Ustedes también mintieron!

No me crean a mí. Los que puedan, busquen la grabación de ese programa.

Luego de semejante afirmación, un silencio producido por el espanto hizo que se cambiara de tema. No fuera cosa que por culpa de él se perdiera lo que se había conseguido.

No mucho tiempo después fue obligado a renunciar porque actuaba como actúa Cobos hoy en día.

De Cobos ya habé. Por lo menos de algunas de las cosas que hizo.

Ahora voy a hablar de su futuro.

No tiene.

¿Quién puede querer incorporarlo a sus filas si existe la altísima posibilidad de que vuelva a ser traidor?

Yo no quiero desestabilizar al gobierno. Quiero que termine su mandato y poder ver qué hizo bien y qué hizo mal. Qué dejó de hacer.

Y como no quiero desestabilizarlo, es que yo también me sumo al pedido de que Cleto renuncie.

Porque ni gobierna ni deja gobernar.

Porque si sigue saboteando al gobierno, tengo miedo de que otra vez nosotros, la gente común, el pueblo, paguemos los platos que rompen otros.

En el 2001 gritábamos: ¡QUE SE VAYAN TODOS!

Se hicieron los boludos, trataron de no ser muy visibles, y se quedaron.

Nunca les interesó -por lo menos la gran mayoría es éso lo que muestra- el país y su gente.

Están en la política simplemente por ambiciones personales. Son de lo peor. Actúan como una gran banda de forajidos, protegiéndose los unos a los otros.

Hágame -háganos- un favor: Llámese a silencio. No diga más boludeces o hijoputeses, defínalo como más le guste.

Sienta un poquito de vergüenza y cállese.

Acá tienen la noticia con el audio.

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