El clérigo musulmán Sheikh Taj el-Din Al Hilali, corre el riesgo de ser expulsado de Australia por haber hecho comentarios con relación a una serie de abusos sexuales (violaciones) de adolescentes musulmanas ocurridas 6 años atrás.
Sostuvo que la culpa de todo la tienen las mujeres.
Si hubiesen vestido las ropas que el Corán indica, éso no habría sucedido nunca, ya que las mujeres debern cubrirse el cuerpo completamente y la cabeza con su correspondiente velo.
La cosa hasta ahí, puede ser anecdótica, pero siguió diciendo que si se arroja carne a la calle o al jardín, los gatos la comerán.
En ese caso, ¿quién tiene la culpa?, ¿los gatos?… no; la culpa es de la carne.
Diferente hubiera sido de haber cubierto la carne… ¿?
De las muchas conclusiones que pueden extraerse de los dichos del sacerdote de origen egipcio, la que más me llama la atención es la que se refiere a la atrofia olfativa provocada por la religión.
Más allá de lo espantoso del concepto que se tiene de la mujer, el compararla con un cacho de carne es tan poco feliz como la de comparar a los hombres con los gatos, que apenas ven un pedazo de carne, se le abalanzan.
Continuando con los domésticos felinos, podemos identificar algunas razas asociándolas con lugares: gato persa (Persia); gato de angora (Angora); gato siamés (Siam), y probablemente la lista continúe.
Pero la zoología o los criadores de gatos deberán pensar en futuros nombres de acuerdo a religiones.
Si tengo que atenerme a las palabras del religioso, si arrojo carne a la calle o al jardín, los gatos vendrán a comerla, pero si la tapo con un velo, parece que no. O son muy respetuosos de la ley de Alá o no tienen olfato.
No creo en su religiosidad, por lo tanto deben sufrir de anosmia.
Si no lo veo no lo huelo será la frase que usan los micifuces.
Vean aquí la noticia (en inglés).
Gracias Hernán.