Hay países, como los EEUU e Inglaterra, que están preocupados por la existencia de armas de destrucción masiva.
Ya que tanto les preocupa este tipo de armamento, ¿por qué siguen incrementándolo?
No son los únicos: Rusia, China, Corea del Norte, India, Pakistán, Francia, – entre otros – no son ajenos a este tipo de armamento.
De todos estos países – y aún contando a los extremistas -, el más peligroso de todos es EEUU.
¿Por qué?
Pues porque quiere la soberanía de la mayor parte del planeta.
Es más que evidente que su intención es la de dominar – de cualquier manera – a la mayor parte de los países del globo.
Invadiendo – y sólo menciono a los últimos – Afganistán, Irak e Irán (ya lo amenazó).
Podría darse el caso de que alguno de estos «países menores» o un grupo extremista hagan detonar alguna/s bomba/s atómica/s.
Pero nunca como los norteamericanos, que podrían destruir el planeta varias veces.
De hecho, ya lo están haciendo.
No nos olvidemos que utilizan armas radiactivas para atacar a «sus enemigos»: proyectiles con uranio empobrecido.
Nadie recoge la munición disparada para almacenarla en contenedores que eviten la fuga de la radiación.
Pero aún más destructivo que el armamento que usa y ha usado hasta hoy – incluyendo las bombas atómicas -, es su política de desprecio por la vida que ha de matar a millones de personas.
No me refiero a los seres humanos «no norteamericanos» únicamente. Está condenando a muerte a millones de «futuros norteamericanos».
A toda esta inmensa cantidad de personas, hay que sumar cientos – quizás miles – de especies animales y vegetales.
Cuando en la Cumbre de Río – y estamos hablando de 1992 – se llegó a la conclusión de que contaminando el planeta del modo en que se lo hace era destruirlo, se luchó permanentemente por cambiar la situación.
Se llegó así hasta lograr el Protocolo de Kioto que muchísimos países suscribieron.
Pero el país más contaminante el mundo se niega a reducir su contaminación.
No sólo éso, sino que en busca de materias primas para contaminar aún más, invade países. Afganistán, por su gas; Irak, por su petróleo; y así seguirá con cuanto «oscuro rincón del planeta» encuentre.
Quienes están decidiendo hacer de éste un planeta inhabitable, piensan en sí mismos y – a lo sumo – en sus hijos, porque habrá que ver si sus – los nuestros también – nietos no terminarán muriendo junto con el planeta.