Debo reconocer que la noticia de Clarín de hoy me impactó. No conseguía hilvanar una idea.
¡Qué mal que nos han dejado todos estos años de comprar a cuenta!
En la época de Martínez de Hoz nuestro peso valía mucho más que el dólar.
Mágicamente cuando asume este ministro de economía, nuestra economía se dispara a niveles inimaginados.
Yo era adolescente, pero mi pregunta – inocente, tal vez – era: ¿Cómo habíamos hecho para pasar de tener un peso con un valor mucho más bajo que el dólar a uno que – creo – valía cuatro a uno?
La respuesta era simple: estábamos gastando a cuenta.
Después iban a pasar a cobrar.
Llegó Menem y la historia volvía a repetirse pero esta vez con Cavallo: nuestro peso valía lo mismo que el dólar.
Ni con Martínez de Hoz ni con Cavallo nuestra industria creció.
Recuerdo que el primero de los dos ministros de economía decía que daba lo mismo fabricar acero que caramelos.
El segundo dijo que no hacía falta que fabricáramos nada. Los bienes del Estado, en lugar de administrarlos correctamente, había que venderlos y en alguno de los casos venderlos + subvencionarlos.
Recuerdo que en el ´78 nuestra deuda externa era de 7 mil millones de dólares.
Hoy es unas 200 veces más.
Pero es peor. Ahora no tenemos ningún recurso para explotar: Energía, Petróleo, Marina Mercante, ni nada. Por supuesto que el Estado era ineficiente, pero hay miles de ejemplos en el mundo que demuestran que un país puede tener y manejar correctamente sus recursos.
Hoy somos muy pobres.
Argentina, un país rico, produce alimentos para varias veces su población, pero hay chicos muriendo de hambre. Gente que revuelve entre los desperdicios para poder comer. Gente que recorre las ciudades buscando cartón, vidrio y lata para poder subsistir.
Ahora también tenemos los «medidores de pago previo» para los que no pueden garantizarse una economía básica que les permita tener gas y electricidad asegurada.
Recuerdo que de chico había visto una película de Charles Chaplin – creo que era El Pibe – donde vi a Chaplin entrando a su habitación y colocando una moneda en un aparato adosado a la pared para tener no recuerdo bien si luz o gas para poder cocinarse algo.
Pensé en lo pobre que era la gente pobre en los primeros años del siglo XX, que carecía de tantas cosas básicas.
Desde hace un rato siento la misma angustia que cuando era chico.
Sólo que ahora además tengo mucha bronca.