Por estas horas, Yasser Arafat la máxima figura del pueblo palestino se encuentra agonizando.
Según algunas versiones, ya habría muerto.
Podría ser probable, ya que se puede mantener «con vida» a una persona dejándola conectada a una gran cantidad de aparatos que sustituyen casi todos los órganos.
Se habló también de que había sido envenenado.
También podría ser posible. Existen venenos que no dejan ningún rastro en el organismo y provocan ataques que tienen características de «comunes y corrientes».
¿Quién podría querer que muera?
Los que lo apoyan y los que están en contra.
Su muerte puede ser – y seguramente lo será – usada para generar movimientos políticos y caos que favorecerían a algunos.
¿Qué decir de este hombre?
Premio Nobel de la Paz.
Líder de un pueblo acusado de terrorista.
Creo que es una persona difícil de catalogar.
Estoy seguro que la historia nunca va a ser neutral con él. Va a ser bueno y malo según el punto de vista de cada historiador.
Quizás haya sido un «buen tipo».
Tal vez un «hijo de puta».
Pero lo que nadie va a poder discutir jamás es que muchos eventos que afectaron a la humanidad – y sobre todo a Medio Oriente – lo tuvieron como protagonista.
Lo que me deja su muerte es incertidumbre.
Qué va a pasar en esa región, es lo que me preocupa.
Aquellos que medran con la guerra, la muerte y el terror, van a querer sacar provecho de esta situación.
Y las víctimas siempre serán las mismas: los hombres, mujeres y niños que únicamente piden vivir. Vivir dignamente. Que se los trate como a personas, no como a números que le dan la victoria a unos u otros y la derrota siempre a ellos.
Ansío que su muerte no sea el nacimiento de un conflicto gigantesco.