Las cosas no estaban bien.

Podíamos intentar cambiarlas entre todos. Faltaban pocos meses para las elecciones.

Unos pocos decidieron cambiarlo todo de golpe.

No querían oposición, y eliminaron físicamente a los opositores o a los que quizás lo fueran.

Quisieron eliminar todo vestigio de las cosas horrendas que estaban haciendo y prohibieron la difusión libre de noticias.

Imaginaron que podrían conseguir borrar la memoria futura. Censuraron a quienes podían opinar en disidencia.

No querían que nadie pudiera pensar libremente y prohibieron libros, música, etc.

Soñaron, como todos los tiranos de todas las épocas, que vivirían por siempre y que podrían borrar todas las huellas de sus actos inconfesables.

Nunca se pudo hacer, y cada vez es «más imposible».

El «miente, que algo queda» es ineficaz a la larga.

El porcentaje de gente que lo cree para siempre es cada vez menor (percepción personal).

Tarde o temprano, las mentiras se van descubriendo. Comenzamos con la Navidad y el día de Reyes, y así seguimos, abriendo los ojos.

Hay que asegurarse de dejar registro de los hechos para provecho de las futuras generaciones. Es un deber para con nuestros hijos.

Hoy se recuerda que hace 30 años daba comienzo la peor de las pesadillas que vivió la Argentina.

Se ha decretado que a partir de hoy, todos los 24 de marzo sean feriado para conmemorar un día negro.

Muchos, aprovechando que el feriado cae en viernes, tendrán un fin de semana largo para hacer unas mini vacaciones.

El sentido del feriado se desvirtuó.

Ahora es tarde para cambiarlo. Pero a partir del año que viene, ¿no podría el gobierno convertirlo en un feriado de luto?

Sin espectáculos públicos ni nada que pueda transformar la jornada de dolor en un día de esparcimiento.

Nuestros gobernantes tienen la oportunidad de corregir el error. Un año es bastante tiempo.

También es una buena cantidad de días para nosotros para pedirle a las autoridades que lo hagan.