Para algo tenían que servir

Microsoft nos impuso con Windows una cantidad de soniditos (ruiditos) que nos indicaban qué era lo que hacíamos en la compu y lo que pasaba.

Desde los ¿acordes? de inicio de sesión hasta los «chanes» cuando algo fallaba, tenemos campanitas, timbres y un montón más de sonidos que normalmente no se usan y que parecen estar al cohete (al p.d. para los que hablan argentino).

Pero siempre hay alguien que sabe cómo aprovechar las cosas más inútiles. sinó, fíjense qué buen trabajo se puede hacer con lo que no usamos.

Gracias Bernardo.

El mago Cacarulo

Acabo de encontrar al verdadero mago Cacarulo, que cuando le salen los trucos, es de puro… mago.

Mi mamá me decía: «El que juega con fuego, se quema».

Mi abuela decía: «No juegues con fuego, que te vas a hacer pis en la cama».

Pues este mago, por lo que veo se ha cag… en las patas.

¿Qué pasa si…?

Alguna vez nos hemos hecho esa pregunta.

¿Qué pasa si le pongo azúcar a la gaseosa?

¿Qué pasa si a un vaso caliente le pongo agua helada? -y viceversa-

¿Qué pasa si voy en un coche a 100 km/h y tiro una pelota hacia atrás a 100 km/h?

Pues bien, la última pregunta tiene su respuesta.

El video está en japonés, para los que no lo hablan, les informo que no necesitan ni siquiera escuchar lo que están diciendo; los gráficos son absolutamente elocuentes.

Fíjense que el sistema lanzador arroja la pelota de manera que ésta sale girando a gran velocidad. Ése es el motivo por el que la última toma es en cámara ultra lenta, para que entiendan por qué pasó lo que pasó.

Trabajar a destajo

Yo puedo hablar de lo que significa trabajar a un ritmo de locos.

En alguna oportunidad tuve más de un trabajo.

Algunas veces de diferente tipo.

Lamentablemente, bastante tiempo, el mismo en más de un lugar.

Yo fui graboverificador.

Para los que no saben qué significa, paso a explicarles:

Antes de los códigos de barra, los datos se cargaban en las computadoras a mano, uno por uno.

En los comienzos, se cargaba la información en tarjetas que se perforaban y que se podían almacenar, para que, en caso de ser necesario, otra máquina las leyera.

El ruido de las perforadoras de tarjetas, perforaba también los tímpanos y te inflaba los timbales. Por suerte nunca trabajé con ese tipo de soporte.

No era un método muy rápido, pero superaba a cualquier secretaria en tiempo y confiabilidad, si hablamos de los datos.

Luego hizo su aparición el soporte magnético portátil: el diskette.

En un principio, estos discos «portátiles» tenían 8 pulgadas, unos 20 cm.

Se dividían en sectores (algo así como porciones de una torta) que a su vez se dividían en 73 pistas +o- (anillos concéntricos) de 128 bytes.

Si la memoria no me falla, se podían grabar 24 pistas.

Todos los «grabos» adorábamos trabajar con las IBM 3742, enormes estaciones de trabajo de unos 2 metros de ancho con dos teclados maravillosamente sensibles y cómodos.

Aquí en Argentina se pedían «por lo menos» 10.000 digitaciones por hora. En muchos lugares, se exigían 12.000 (usando el teclado numérico), lo que daba entre 2,7 y 3,3 teclas por segundo.
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Arco iris

No recuerdo haber visto en la ciudad un arco iris completo.

Algunas veces, la edificación lo impedía y otras (la mayoría) es porque se forma sólo una parte.

Acabo de subir a la terraza y me pareció que valía la pena filmarlo, porque mi camarita no tiene tanta apertura como para que entrara en una sola toma.

Mi Nikon Coolpix 4600 graba sin sonido, así que no se molesten en subir el volumen de la compu.