No pedir a otros…

No pedir a otros lo que no se está dispuesto a hacer.

Mal que mal, todo el mundo sabe que la Argentina fue sistemáticamente destruida en los últimos años (por lo menos desde el golpe del ´76).

Un país al que le remataron las empresas generadoras de divisas, que fue vaciado, no puede estar bien.

Y si el país no está bien, su gente (por lo menos la mayoría) tampoco.

Se nota en la cantidad de gente sin trabajo, en la cantidad de gente con trabajo que gana menos que lo que necesita para una canasta básica (que sirve apenas para no caer en el estado de indigencia), y para los que no ganan ni siquiera una canasta básica para una familia tipo (4 integrantes).

Comenzó hace ya bastante tiempo la protesta de los más necesitados con la modalidad de los «piquetes».

Se fueron sumando cada vez más protestas, llegando en estos últimos tiempos a los paros de diferentes empresas (subtes, colectivos, trenes) y de organismos estatales (Instituto Malbrán, Hospital Posadas, Ministerio de Justicia, Ministerio de Economía, Hospital Garrahan).

Las empresas privadas solucionaron sus conflictos con un aumento de sueldo y/o mejoras laborales.

Cabe aclarar, que en el caso de los subterráneos y los trenes, son empresas que están subsidiadas por el gobierno, por lo que no creo que hayan hecho ningún «esfuerzo» para solucionar sus conflictos, y los colectivos consiguieron subsidios (no tengo ahora la información concreta, apelo a mi memoria).

En los organismos nacionales, la realidad es otra.

Mi «bronca» de hoy es por el tema del paro del Hospital Garrahan.

Es un hospital del que los argentinos nos sentimos realmente orgullosos.

Miles de niños de escasos recursos (muchas veces ninguno), se atienden con médicos y personal auxiliar excelentemente capacitados.

No sólo aportan sus conocimientos, sino todo su amor para ayudar a los chicos que los necesitan.

Lamentablemente la situación económica-social-sanitaria de muchos de estos niños los convierte en seres tan frágiles, que no existe cuidado, medicina ni técnica médica que pueda salvarlos.

Muchos, muchísimos, se salvan.

Salvo por la muy esporádica aparición en los medios de algún padre agradecido, nunca se pone ante la opinión pública a quienes son los artífices de estos «milagros».

Lamentablemente, desde hace unos cuantos días el personal del hospital está permanentemente en todos los medios de comunicación.

Hay paro en el hospital.

¡Qué locura! ¿Cómo puede ser que no se trabaje en un hospital?

Sin embargo, sí se trabaja; quizás no se cumplan guardias con más personal que la obligada «guardia mínima», pero, se sigue atendiendo.

El Hospital Posadas y el Instituto Malbrán, cuando reclamaron, fueron escuchados.

Aclaro que los tres institutos dependen del Ministerio de Salud.

Al personal del Hospital Garrahan, no lo escuchan.

El ministro de salud Ginés González García los tilda de «terroristas».

Están reclamando lo mismo que la gente del Posadas y del Malbrán.

¿Y cuál es el reclamo?

Un sueldo mínimo, equivalente a lo que el Gobierno establece como una «canasta básica».

Aunque no se pueda creer, todos los miles de niños que se atienden mensualmente, son sanados, cuidados y atendidos por gente que cobra un sueldo que no le garantiza a su familia la mínima subsistencia digna…

El Gobierno decidió «ponerse duro» con ellos. Velada y directamente los amenazaron (y aún lo hacen) con despedirlos si no volvían a trabajar.

Creo que lo hacen, porque especulan con que la gente tome partido en contra de los huelguistas, porque permanentemente ponen a los «pobre chicos» que no pueden atenderse por culpa del paro.

Ni siquiera en el Canal 9 (canal que es decididamente gorila) han conseguido poner en el aire como en otros conflictos a gente que se queje de los que piden por su dignidad.

¿Y quiénes son los funcionarios que pueden ser capaces de «utilizar» a los más indefensos como «víctimas»?

El director del hospital (Miguel Saguier), el ministro de salud (Ginés González García), el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (Aníbal Ibarra) y el Excelentísimo Señor Presidente de la Nación (Néstor Kirchner).

Argumentan que esta gente está prestando un servicio a la comunidad, y que no se les puede permitir que hagan paro, independientemenre de lo que diga nuestra Constitución Nacional.

«Si no trabajan no cobrarán» o «si no trabajan deberán ser echados».

Estaría de acuerdo con estas frases, si se aplicasen a todos a los que les cabe.

Habría que ver si es que hay algún diputado o senador que haya ido a trabajar todos los días al Congreso. De no ser así, habría que descontarles la parte proporcional del sueldo, quitarle los viáticos, extras por desarraigo, y un largo listado de etcéteras que hace que lo que ellos cobran, y que se llama dieta, los obligue a hacer verdaderamente dieta, porque a la gran mayoría, no habría que pagarles más que uno o dos días al mes de trabajo (y serían los que más cobrarían).

Ni qué hablar de nuestro Señor Presidente, que en lugar de gobernar desde la Casa Rosada (nuestra Casa de Gobierno), está «de gira» por el interior del país, en campaña política.

¿Cómo se puede ser tan cínico?

Tan… (no, probablemente sus madres no sean culpables).

Para ir redondeando el tema, siento (desde lo más profundo) una enorme bronca, que día a día me va «calentando» más.

¿Quién de ustedes querría que quienes atiendan a sus hijos, en lugar de trabajar 8 horas, deba hacer diariamente 12 o más para llevar un sueldo «decente» a su casa?

¿No preferirían estar con la relativa calma que puede dar alguien que está lo suficientemente descansado, para no cometer errores, o cuando menos que esté al 100% para actuar rápida y efectivamente?

Una canasta básica no va a afectar a nadie, ni siquiera se va a notar en el dinero que se le gira al Fondo Monetario Internacional, por lo que no se entiende la «preocupación» que muestra el gobierno por un caso de tan sencilla solución: Un sueldo mínimo para quienes tienen en sus manos la responsabilidad de la vida de miles de niños, que deben dar todo de sí para tratar de rescatarlos muchas veces de las garras de la muerte.

En diciembre del 2001 la gente en las calles gritaba ¡Que se vayan todos!

No sólo no se fueron, sino que ahora vuelven a hacerse los «gallitos», como si fueran los dueños del país, los que deciden cuántos y quiénes tienen que «joderse» para mantener el statu quo para ellos y sus socios/cómplices/cabecillas.

No se puede ser tan mierda.

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