Refrito, pero re-bueno

Hace muchos, muchos años, podíamos ver cada tanto – muy cada tanto – una media hora de accidentes, o de derrumbes provocados por fallas en su construcción, o de animales fuera de control.

En la medida en que la televisión tuvo equipamientos más pequeños y portátiles, la posibilidad de «enganchar» un accidente que pudiera resultar gracioso o anecdótico, fue mucho mayor. Fue así como pudimos ver más seguido compilaciones de «cosas que le pasaban a la gente» y que no eran necesariamente accidentes.

Cuando el uso de cámaras de video comenzó a ser popular, la gente filmaba de todo: Cumpleaños, casamientos, fiestas de todo tipo; acontecimientos de toda índole: estreno de bicicletas, motos, autos, casas; actitudes poco frecuentes: arreglos de casas, autos, etc.

Llegó el momento en que a alguien se le ocurrió mostrar en la televisión todo tipo de situaciones infrecuentes (llámese accidentes, o situaciones extrañas), y con éxito.

Si primero fue el pedido de videos caseros o si a la gente se le dio por enviarlos al canal para tener su «cuarto de hora de fama», no lo sé. Lo que sí sé, es que recibieron el nombre de bloopers y se popularizaron.

Por supuesto, mientras fue una novedad, nos pasábamos horas por semana viendo como un «idiota» se caía de la escalera cuando quería hacerse el gracioso, cuando a los chicos no les alcanzaba la cara para llevarse todos los golpes del mundo cuando hacían pruebas, y así, miles de cosas por el estilo.

En un principio, la situación en sí misma, nos provocaba gracia.

Luego, con la saturación necesitamos comentarios «graciosos» por parte de un locutor.

Por último, ver bloopers no nos interesaba más…

Ya habíamos visto bastantes, de los verdaderos y de los que eran evidentemente «montados» por las «víctimas». Eran un embole.

Un buen día, nos encontramos con la noticia de que un gordo y un flaquito, volvían a la carga con los bloopers.

Al dúo lo conocíamos de otro programa, eran ocurrentes, simpáticos, no le tenían miedo a nadie – pero de verdad – y se habían ganado a la gente.

¿Podría este dúo llevar adelante un programa con esa temática?

Apenas comenzó el 2005, demostraron que sí.

Lo mismos bloopers que habíamos visto infinidad de veces, ahora, comentados por estos dos genios, eran desopilantes.

La crítica no los tuvo muy en cuenta. Pareciera ser que los críticos del espectáculo no estaban interesados en escribir nada sobre ellos; o peor: tal vez ni los miraban.

La única referencia escrita, salió en una nota (por supuesto, favorable) de Lorena Bassani en Clarín.

Ah, me olvidaba: el gran dúo son Tino y Gargamuza, con aportes del sorprendente (por los comentarios ídem que hace) Honorio.

Van por el canal América de lunes a viernes después de las 20:00 (¿por qué no tienen un horario fijo?, digo yo) .

Vale la pena sentarse en un lugar cómodo a verlos.

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