¡Qué diferentes!

Los japoneses son personas con una identidad muy propia -si es que se me permite esa frase-, que no tiene punto de comparación con ninguna otra cultura.




A nuestro gusto, tienen cosas buenas, malas, insólitas…

Recuerdo haber visto -hace ya mucho tiempo, por lo que no sé si se sigue usando- que en ciertas esquinas de Tokio había paragüeros para que la gente los usara para cruzar la calle, devolviéndolos en el paragüero de la vereda de enfrente.

A nadie se le ocurría «olvidarse» de devolverlo. Por algo eran japoneses…

Ya he hablado de este tema hace casi 4 años en un post que se titulaba Devolviendo…

De todas maneras, me he sorprendido al enterarme que en algunas estaciones de tren de la ciudad de Tokio hay libreros -estanterías- con libros gratis para que la gente elija uno antes de subir al tren, leer durante el viaje y devolverlo al bajar en la estación de destino.

Estantes de libros gratis en Tokio

Estantes de libros gratis en Tokio

Debo admitir que en ese tipo de cosas, les tengo mucha envidia.




La noticia la saqué de Un geek en Japón by Héctor García.

Las fotos las saqué de A week in Tokyo 18

Y de Q-TARO.COM » Magome.

Chicas peleando

Tengo una escuela primaria a la vuelta de casa; es pequeña y a ella concurren chicos que en su gran mayoría son humildes, de barrios humildes, y se nota por la ropa que usan, por las palabras que emplean y por la «tonadita» y las frases que repiten hasta el cansancio.

Mi hijo Martín va a otra escuela – VER POST -, que queda a unas 10 cuadras (manzanas) de casa. Todas las tardes lo voy a esperar a la parada del colectivo (ómnibus) y me encuentro con los chicos que salen del cole.

Pero lo que vi ayer, me impactó, me dejó impresionado.

Si bien estoy acostumbrado a que algunos chicos se persigan, se empujen o amaguen con una peleíta, o que a veces haya algún golpecito, la pelea de ayer fue diferente a todas las que había visto hasta hoy, y eso que con mis 46 (¡cuántos!) he visto peleas de todo tipo, cerca de casa tenía dos grandes potreros (terrenos baldíos), uno era Casa Amarilla y el otro el predio donde ahora se encuentra el barrio Catalinas Sur. Varias canchas de fútbol, «montañitas» de tierra para trepar y tratar de capturar o defender del «enemigo», vegetación abundante para realizar entretenidas expediciones en busca de lo extraño.
Se imaginan que peleas he visto en varias oportunidades, pero la de ayer quiero compartirla con ustedes, quizás sea «normal» o no. Sigue leyendo