Cómo robarse un edificio en New York

No me refiero a cómo entrar en un edificio en la ciudad de New York y robar todo lo que se pueda, sino de robarse el edificio entero.

Tampoco imaginen que se pueden llevar un edificio a sus casas, ladrillo a ladrillo.

Simplemente quiero decir que en una hora y media obtengan legalmente los papeles que los acredite como dueños.

Si les gusta -por ejemplo- el Empire State Building, pueden decir que es de ustedes en la oficina que registra a los propietarios de los edificios en Nueva York y ellos le van a entregar rápida y ¿eficientemente? el título de propiedad «absolutamente legal».

No es broma. Ya lo han hecho.

El Daily News, enterado de que había una modalidad de robo increíble en New York, decidió poner a prueba la información y decidieron adueñarse del famoso -gracias a King Kong- edificio Empire State Building.

Aparentemente la maniobra era (¿es?) sencillísima:
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La estatua de la libertad argentina

Muchos arquitectos deben sentirse incomprendidos y hasta ignorados cuando sus edificios, realizados con detalles exquisitos, o extraños son olímpicamente ignorados.

Que gusten o no gusten es una cosa, pero que los ignoren…

Buenos Aires, que está construida arquitectónicamente de lo más ecléctica, tiene por todos lados «joyitas», que por culpa de nuestra actividad febril nunca -o casi- llegamos a descubrir.

Cuando se filmó la película Higlander II en Buenos Aires, tengo entendido que su director, Russell Mulcahy al pasar por la esquina de Belgrano Y Perú, quedó maravillado con unas estatuas que sostenían unos balcones e incluyó en la escenografía unas estatuas de ése tipo.

Un amigo mío, arquitecto, me dijo -si la memoria no me falla- que ese tipo de estatuas reciben el nombre de «fatigados».

Ahora bien, quién podría imaginarse que para ver la Estatua de la Libertad, los porteños no necesitábamos desplazarnos 8.454 km hacia el norte hasta llegar a New York…

Ésta es nuestra Estatua de la Libertad:

Esta estatua no está sola.
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¡Que los cumplas feliz!

Imagino que muchos de ustedes habrán leído o escuchado: «el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York».

Esta frase proviene de un antiguo proverbio chino: «el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo». Y se utiliza para referirse a la teoría del caos.

No serán pocos los que crean que quien dijo ésto, no hizo otra cosa de decir una gran estupidez.

Si yo les dijera que la frase no es tan desacertada, ¿qué pensarían?

Yo podría decir, por ejemplo: «el aleteo de las alas de una mariposa en un cumpleaños de 15 puede desatar un incendio en medio de la fiesta».

Seguramente muchos incrédulos, personas de poca fe (en mí) estarán pensando en quitar esta página y buscar algo más interesante para ver.

Ustedes se lo pierden.

Voy a demostrar que el aleteo de una mariposa casi convierte un evento tan importante en muchas culturas como lo es el cumpleaños de 15 para las chicas, en una tragedia.

Si bien no tengo datos de dónde fue el evento ni el nombre de la cumpleañera, las imágenes hablan por sì solas.

Los invito a verlas.

Más información sobre el efecto mariposa en la Wikipedia.

Legalmente ilegal

Estados Unidos es, en miles de películas, el adalid de la libertad y de la defensa de los derechos humanos. Son los salvadores de la humanidad. Siempre tan desinteresados en su lucha mundial contra los opresores, invasores y de todos aquellos que no respetan a los seres humanos.

En la realidad, en más de una ocasión utilizaron guerras para levantar su economía.

En los últimos tiempos, a pesar de ser imposible de ocultar cuáles eran los verdaderos motivos para interferir en las economías de diferentes países y/o invadirlos, se han propuesto tomar el control de la mayor cantidad de naciones en el mundo. Siempre que no interfiera con los intereses de Rusia, que no creo que vaya a dejarlos.

La imagen de país desinteresado que defiende a quienes no pueden hacerlo, si bien hace mucho que no es habitual en el cine yanqui, termina de desaparecer con el último acto protagonizado por la ¿justicia? norteamericana.

El tiro de gracia que definitivamente eliminó la confianza que alguien pudiera tener en la ecuanimidad de los norteamericanos, es la aprobación por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de la tortura para los detenidos/prisioneros a los que se los «rotule» de posibles extremistas en los interrogatorios.

Si antes los detenidos por presuntos actos o futuros actos terroristas (¿recuerdan Guantánamo?) no existían para la ¿justicia? yanqui, ahora que sí los reconocen, les dan el estatus de «torturables».

Bajo la norma: «el fin justifica los medios», Estados Unidos pasa a ser legalmente igual a la Alemania de Hitler, donde cualquiera podía ser espiado, detenido, torturado e incluso ejecutado basados en un informe de los servicios de espionaje.

Parece mentira que a tan pocos años del intento nazi de dominar al mundo, no se haya disparado la alarma. Las diferencias entre los Estados Unidos de Bush y la Alemania de Hitler son apenas de forma, no de fondo.

La noticia en el New York Times.

¡Tiemblen, usuarios de Yahoo!

Para quienes tengan una única dirección de correo y sea ésta de Yahoo, piensen que lo que todavía es gratis, ilimitado o lo que tengan, puede dejar de serlo.

A Yahoo las cosas no le van como esperaba, y parece que hay quien quiere darles una mano y comprarles la compañía.

Por la módica suma de 44,6 mil millones de dólares, Microsoft quiere quedarse con Yahoo.

La competencia en el rubro buscadores y correo electrónico desespera a Microsoft, que está viendo que Google está revolucionando conceptos que Bill Gates había establecido: «Nunca serán los verdaderos dueños de nada, deberán pagar por programas, actualizaciones, upgrades, extras, etc. de por vida».

Cuál terminará siendo el destino de Yahoo en manos de Microsoft, para mí, es un verdadero misterio. No son de los que dan nada gratis; ni siquiera barato.

Esperemos que prevalezca a nivel mundial el concepto de gratuidad.

Caso contrario, volveremos a la hoja de papel + sobre + estampillas…

La nota en el New York Times pueden verla -en inglés- aquí.