Haciendo dinosaurios muy reales

Todavía recuerdo las películas en las que aparecían dinosaurios -en su mayoría clase B- que pasaban en Sábado de Súper Acción los sábados…

Recuerdo que me quedaba extasiado viendo tiranosaurios tratando de comerse a unos cowboys, o a cavernícolas que apenas si tenían una docena de palabras para comunicarse entre ellos.

Eran «gigantescos» reptiles que se movían casi siempre con movimientos espasmódicos, producto -claro- de la técnica de animación que se usaba en esa época.

Desde no hace muchos años, se construyeron parques temáticos, donde se puede pasear entre esos gigantescos monstruos que tienen movimientos mecánicos repetitivos.

Pero acabo de encontrar que hemos mejorado muchísimo en cuanto a la construcción de reptiles prehistóricos.

Podemos interactuar con ellos. Pero lo que es mejor: ¡Ellos interactúan con nosotros!

Lo primero que quiero que vean es cómo se fabrican dinosaurios de distinto tamaño; unos gigantescos y otros que podrían mirarnos a los ojos sin necesidad de hacerlo desde arriba. Me refiero a los carnívoros del tamaño de un humano, para sentirnos como en la película Jurassic Park.

Ahora imagínense estar en un museo y que aparezca un dinosaurio que nos huela, nos mire, nos siga e interprete nuestros movimientos.

¡Cómo me gustaría poder tener una experiencia así!

¡Una buena!

¡Por fin una buena!

Hace 3 días me quejaba de la hijoputez de Tomás Delgado Bartolomé, que quería demandar por €20.000,= (veinte mil euros) a los padres de Enaitz Iriondo, al que atropelló y mató en 2004 cuando conducía aparentemente alcoholizado y a más de 170 km/h en una carretera de 90 km/h de máxima.

Ayer se celebró la vista oral en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Haro, en La Rioja, España, en donde el abogado de Tomás Delgado Bartolomé anunció que su representado retiraba la demanda.

La jueza, por tanto, ha condenado al demandante a pagar las costas del juicio, ya que en caso de desistimiento, es quien debe hacerse cargo del pago.

Pero la cosa no termina ahí. Si el fiscal superior de La Rioja (España) halla indicios de que las pericias realizadas por pedido de la familia de la víctima son correctas, reabrirá el caso por el delito de imprudencia, que en el caso de que Tomás Delgado Bartolomé sea encontrado culpable, puede acarrearle de 1 a 4 años de prisión e inhabilitación para conducir por un período de entre 1 y 6 años.

En mi post anterior, decía que en caso de haber un Dios o Justicia, Tomás Delgado Bartolomé no podría salirse con la suya.

Pruebas de Dios todavía no he encontrado; de Justicia, sí.

La noticia que apareció en el periodico.com pueden verla aquí. La que salió en adn.es pueden leerla haciendo clici aquí.

PELIGRO: Un monstruo anda suelto en España

No cualquiera tiene el dinero para comprarse un Audi A8.

No muchos pueden afrontar los gastos -impuestos, mantenimiento, seguro- de un vehículo de ese tipo.

Sólo unos pocos pueden subirse a un vehículo tan potente sin volverse imprudente.

Pero sólo uno reúne todas las características para tenerlo, mantenerlo, volverse imprudente, y como si éso no fuera bastante, convertirse en un HIJO DE MIL PUTAS.

Pido perdón por el exabrupto, a la madre del mencionado y a mis lectores, pero no se me ocurre ningún otro calificativo para una persona de la calaña de Tomás Delgado Bartolomé.

El 26 de agosto de 2004, Enaitz Iriondo de 17 años fue atropellado por Tomás Delgado Bartolomé, que según algunas pericias iba a unos 170 km/h, provocándole instantáneamente la muerte.

El examen de alcoholemia se le realizó al conductor 1 1/2 hora después, dando un porcentaje cercano al de inhabilitación para circular.

En definitiva, a las autoridades les importó más que Enaitz no llevara chaleco reflectante ni casco en el momento del accidente, que verificar la aptitud del asesino y a qué velocidad se desplazaba.

Ahora, 4 años más tarde, el -casi digo hijo de mil putas- desalmado Tomás Delgado Bartolomé ha iniciado juicio a los padres del adolescente por los daños que ha sufrido su automóvil.

Alguien capaz de declarar a la prensa:

«Yo soy el único…, vamos, somos dos los perjudicados, al chaval le pasó lo que le pasó, pero yo soy el segundo o quizá el primer perjudicado».

no se lo puede dejar suelto por la vida así nomás.

En algún lado debe haber una ley que permita que pueda ser sancionado por el asesinato de un adolescente y por la posterior tortura a sus padres, más el intento de robo de 20.000 euros.

La cárcel más un pago por resarcimiento a la familia del chico, más una multa multimillonaria -hasta dejarlo sin un centavo- para obras de bien público como podría ser un programa de concientización de conductores adinerados e inescrupulosos (en potencia), sería lo que calmaría un poco mi indignación.

El próximo miércoles comenzará el juicio en el que el -cómo me cuesta no decirle hijo de mil putas- inescrupuloso Tomás Delgado Bartolomé reclamará que se lo compense por los daños recibidos.

No sé si hay un Dios. No sé si hay Justicia. Pero si al menos uno de los dos existe, este hijo de mil putas -no me pude aguantar más- no puede salirse con la suya.

En la web encontrarán cientos de sitios que hablan del caso. Basta con poner el nombre de la víctima o de victimario.

Yo les dejo dos links.

El del sitio Pesimista, y el de el Periódico.com donde pueden ver algunos datos.