Bosta de burro = bosta de elefante

Para aclarar un poco: demócratas = republicanos

En Estados Unidos, la imagen de un burro y de un elefante, son emblemas de partidos políticos: demócrata y republicano.

Cuando en octubre de 2004 puse un post dudando de que la política yanqui fuera a cambiar si George W. Bush perdía las elecciones frente a John Forbes Kerry, no estaba para nada equivocado.

En Estados Unidos, la libertad es pura fantasía jolivudense. No existe, de la misma manera que no existe un Terminator bueno.

Es un régimen fascista tanto para los suyos como para los de afuera.

No hay libertad de expresión. Con el Acta Patriótica se encargaron de hacerla desaparecer.

El candidato ¿opositor? a Bush en las elecciones pasadas, dio una conferencia en la Universidad de Florida, y cuando uno de los estudiantes -que no eran muchos- comenzó a criticarlo, seguramente porque Kerry no tendría una respuesta aceptable, la Gest… perdón, la policía procedió a re-tirarlo.

Terminó esposado y detenido por exigir respuestas a las incongruentes palabras del ex candidato que eran desmentidas por sus actos.

Alguien menciona que la policía tendría un taser, que es un aparato electrocutador portátil, una picana yanqui, y sobre el final del primer video, se escucha el sonido del aparatito tres veces consecutivas y luego de unos segundos, una vez más.

No sé cuánto más durarán estos videos en la web; apúrense a verlos.

Crítica dura desde el humor

Terry Jones, integrante del grupo Monty Python demuestra que mostrando la realidad con humor, puede dejar al descubierto el cinismo de los gobiernos.

En dos oportunidades, la primera el 26 de enero de 2003 y la última el 31 de marzo de 2007, envía cartas al diario The Observer sendas cartas quejándose en la primera de la intención de George Bush de invadir Irak, y en la segunda por los prisioneros británicos capturados en aguas iraníes.

Vale la pena leer ambas cartas. Están en español y al pie de cada una, el link al diario en inglés. No se los pierdan.
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Libros a domicilio

Recuerdo que era sábado. Había terminado de almorzar y me iba a ir a jugar a la pelota, cuando lo que tanto deseaba que ocurriera, ocurrió: Apareció un promotor/vendedor de libros de Círculo de Lectores.

Si bien era un chico todavía, era a fines del ´76, o principios del ´77, era un ávido lector. Sabía que existían empresas que te «asociaban» y te traían libros a tu casa. Libros que podían ser para todos los gustos, y que además no eran ediciones baratas, sino libros de tapa dura, pegados y cosidos y que además tenían una cubierta de protección. Sigue leyendo