¡Qué diferentes!

Los japoneses son personas con una identidad muy propia -si es que se me permite esa frase-, que no tiene punto de comparación con ninguna otra cultura.




A nuestro gusto, tienen cosas buenas, malas, insólitas…

Recuerdo haber visto -hace ya mucho tiempo, por lo que no sé si se sigue usando- que en ciertas esquinas de Tokio había paragüeros para que la gente los usara para cruzar la calle, devolviéndolos en el paragüero de la vereda de enfrente.

A nadie se le ocurría «olvidarse» de devolverlo. Por algo eran japoneses…

Ya he hablado de este tema hace casi 4 años en un post que se titulaba Devolviendo…

De todas maneras, me he sorprendido al enterarme que en algunas estaciones de tren de la ciudad de Tokio hay libreros -estanterías- con libros gratis para que la gente elija uno antes de subir al tren, leer durante el viaje y devolverlo al bajar en la estación de destino.

Estantes de libros gratis en Tokio

Estantes de libros gratis en Tokio

Debo admitir que en ese tipo de cosas, les tengo mucha envidia.




La noticia la saqué de Un geek en Japón by Héctor García.

Las fotos las saqué de A week in Tokyo 18

Y de Q-TARO.COM » Magome.

Vacaciones en Huerta Grande

Estuve unos días en Córdoba (Argentina) en la localidad de Huerta Grande.

Paramos en el Hotel Huerta Grande (para verlo en Google Maps, hacer click aquí). Las habitaciones eran comunes: alfombradas, tv por cable, pero sin teléfono en el cuarto. Piscina grande, pileta para los más chicos, cancha de bochas, fútbol y tenis; salón de juegos con pool, metegol (ambos a $1,= el partido) y dos mesas de ping pong y un gran terreno detrás. En los días en que yo estuve no había internet porque me dijeron que habían llevado las computadoras a arreglar, que los chicos, jugando jueguitos online las habían hecho pelota…

Si piensan en tomarse unas vacaciones para desenchufarse de la locura de la ciudad, no duden en ir a Huerta Grande.

Las 2 o 3 atracciones menores que podrían ver, se encuentran desde hace un año inaccesibles porque se encuentran en tierras privadas y sus dueños las han cercado.

Para disfrutar de las vacaciones, recomiendo el siguiente equipo: Uno o dos libros + un MP3 de 2 Gb + anteojos para sol + traje de baño + cámara de fotos (con macro) para fotografiar insectos extraños y coloridos + -imprescindible- un cargador de pilas.

Altamente recomendable: Casa Irwo para tomarse unos exquisitos helados artesanales disfrutando de la vista desde su terracita. Además tienen gran cantidad de productos elaborados por ellos mismos que son exquisitos y que en próximos posts mencionaré después de haberlos degustado a todos.

Acá les dejo el video que tomé con mi cámara de fotos -sin sonido- tomando mi helado de chocolate y dulce de leche.

Algunas fotos del hotel. Si hacen click en las fotos, abren en tamaño grande en página nueva

Hotel Huerta Grande - Entrada desde la calle-ruta Hotel Huerta Grande - Galería y jardin delanteros

Hotel Huerta Grande - Vista desde mi habitación Hotel Huerta Grande - Vista desde el balconcito de mi habitación

Hotel Huerta Grande - Vista mañanera desde mi habitación Hotel Huerta Grande - Vista desde los terrenos traseros

Hotel Huerta Grande - Martín entre las dos piscinas Hotel Huerta Grande - Martín saliendo de la piscina

Hotel Huerta Grande - Teresita haciendo la plancha Hotel Huerta Grande - Galería trasera a pleno sol

Hotel Huerta Grande - Segundos antes del diluvio - 2 horas de lluvia Hotel Huerta Grande - Galeria trasera durante la lluvia

Al llegar a casa, me di cuenta de que en el trayecto desde la estación de micros de Liniers perdí mi Palm Tungsten con una tarjeta de 1 Gb. 🙁

Los violadores – Capítulo VI

Como tengo el auto descompuesto, estoy viajando en colectivo. Puedo tener otro punto de vista, al no tener que prestarle atención al tránsito.

Subo en la terminal del Correo Central de la línea 74, según mi boleto, al interno 246, con el chofer 156 a las 16:05.

Cuando subo, la mitad de los asientos estaba ocupada, más un joven que de pie junto a la máquina expendedora de boletos charlaba animadamente con el chofer.

Salimos, luego de unas cuadras el joven se sienta en el pasarruedas derecho, un lugar que si bien no está destinado para los pasajeros no molestaba a ninguno de los que subían. Algún día hablaré de lo mal diseñados que están los colectivos.

Sigue charlando, mientras el colectivero – como todos – se acerca demasiado a los colectivos que lo preceden, no arrima al cordón para que suba y baje el pasaje, cambia intempestivamente de carril sin previo aviso y varias infracciones más, que cometen todos los choferes de Capital y Gran Buenos Aires. Es difícil manejar y respetar un horario con el tránsito que hay. También de ésto hablaré en algún otro momento.

En la avenida Regimiento de Patricios, aproximadamente al 900, suben dos nenas de unos 10 u 11 años y dos nenes de unos 7 u 8.
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